Permitido ilusionarse con este Levante (3-1)
El conjunto de Julián Calero consigue una victoria de mucho prestigio contra el Granada y empieza a cambiar la tendencia en el Ciutat de València, que deja atrás el pesimismo del pasado y sueña más que nunca con el anhelado ascenso a Primera

Imagen de la celebración del Levante UD tras la victoria en el Ciutat / JM López
Rafa Esteve
La primera cita del 2025 en Orriols terminó con victoria. No hubo mejor inicio y no se contempló otra posibilidad. Este es el año del Levante y dará todo lo que esté en su mano para lograrlo. No es una predicción: son los argumentos sobre los que se sostiene la confianza y la autoestima de un equipo que quiere tener una temporada para el recuerdo, de las que se enmarcan en la eternidad. Lo demuestra jornada tras jornada. A veces le sale bien. Otras, no tanto. Pero su empeño, sus ganas y su talento siempre le acercan a vivir noches como la del Granada. Es cierto que, en la jornada 23, nadie consigue sus objetivos. De hecho, solo se imaginan, debido a una Segunda División cambiante, volátil, imprevisible y donde quien resiste, y es capaz no solo de aguantar el tipo, sino también de dar un paso al frente a la hora de verdad, es quien que gana. No en vano, el Levante, después de vencerle al Granada, rival directo por el ascenso; con goles de Roger Brugué, Ángel Algobia y Giorgi Kochorashvili, y en un Ciutat de València que transmite un estado de felicidad incalculable, manda el mensaje de que sus intenciones son claras y manifiestas. De que su posición en la tabla, tercera y a un punto del ascenso directo, no es casualidad. Las curvas bonitas que tanto predijo Julián Calero ya están en marcha. Y el Levante, después de conseguir un triunfo capital, está preparado para vivirlas con la ilusión de los que sueñan con volver a Primera División.
Orriols, en dejarse el alma por su equipo y auparlo hacia la victoria, siempre marcará diferencias. El coliseo levantinista tenía ganas de reencontrarse con un equipo ambicioso, cargado de coraje y amor propio que transmite buenas vibraciones. El empate contra el Cádiz, que sirvió para mantenerse en la terna de competidores que luchan por subir a Primera, necesitó de tres puntos ante el Granada que le dieran sentido. Horas después de que se fuera Andrés García al Aston Villa, mediante un traspaso muy beneficioso para las arcas del club, los entrenados por Julián Calero no quisieron descentrar el tiro de un partido de vital importancia. El Granada, dominador de los primeros compases, no llegó a concretar sus acercamientos, frente a un Levante sereno, con personalidad y que, aprovechándose de un rival muy metido en campo contrario, se adelantó en el marcador acercándose al ecuador de la primera mitad.
Oriol Rey, voleando con el interior de su bota derecha, superó con su asistencia a la línea defensiva del Granada para que Roger Brugué, solo ante Luca Zidane, definiera al fondo de las mallas. Fue el inicio idóneo. Sobre todo, al servir para frenar a un equipo de Fran Escribá que, a raiz del gol, dejó de tener tanta presencia en las proximidades de la portería defendida por Andrés Fernández. Los de Julián Calero dieron un pase al frente, se sintieron con más confianza y merodearon un segundo gol que pudo llegar perfectamente de penalti. Tsitiaishvili, en un forcejeo con Diego Pampín dentro del área, sacó el brazo para desviar un balón aéreo que Mallo Fernández, pese a revisarlo en el VAR, no señaló. Sin embargo, no sería la única oportunidad levantinista antes del descanso, ya que Romero, recibiendo sin oposición un pase de Carlos Álvarez, se topó con una gran estirada de Luca Zidane.
El paso por vestuarios llegó cuando mejor estaban los de Julián Calero. Mantener el rendimiento de la primera parte, tanto en ataque como en defensa, fue primordial para poder sumar de tres unidades al casillero. De hecho, no habría habido mejor guion que conseguir el segundo si Diego Pampín, metiéndose en el área como cuchillo en mantequilla, no hubiese golpeado su fuerte lanzamiento en el rostro de Luca Zidane porque, al contragolpe, el Granada encontró el empate. Del 2-0 al 1-1, tras una conducción de Jozwiak hasta el vértice del área que terminó en las botas de un Lucas Boyé que, a placer después de que Reinier le habilitase, igualó la contienda. Una diana que sirvió para revitalizar al Granada, que instantes después, casi dobla su renta en el luminoso por mediación de Tsitiaishvili. Su disparo, envenenado a la escuadra, se marchó por milímetros para fortuna granota.
El empate del Granada llegó minutos antes de que Calero agitase el banquillo. Con media hora por delante, el técnico metió a Cabello, Lozano y Algobia, buscando un triunfo que le sirviese para dar el salto a la posición sobre la que pisarle los talones al ascenso directo. Su revolución sobre el verde bien valieron tres puntos de oro, debido a que el autor del tanto llegó mediante sus movimientos. Si en su comparecencia previa dejó caer que Algobia tenía que ser importante en la segunda vuelta, tras una primera donde las lesiones le han impedido rendir como bien sabe, el ‘8’ tuvo un impacto directo marcando el tanto de la victoria. Orriols reclamó falta de Gonzalo Villar sobre Carlos Álvarez, pero el andaluz tiró hacia adelante, se deshizó de su oponente y picó una asistencia dirigida al madrileño que, tras pegar en el palo, terminó en el fondo de la red. Un tanto que desató la locura en un Ciutat de València que tiene la sensación de que la tendencia está cambiando. De que no todo tiene por qué salir mal. De que, por qué no, este es año del Levante. Giorgi Kochorashvili, desde fuera del área y ajustándola al palo largo de Luca Zidane, culminó una victoria que marcará un antes y un después. Una victoria que terminas recordando. Una victoria que, por qué no, bien valdrá para vivir un ascenso.
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