Una derrota dolorosa y desquiciante

El conjunto de Julián Calero desaprovecha la oportunidad de asaltar el ascenso directo tras perder la imbatibilidad en Orriols ante el Racing de Ferrol, en un partido marcado por las innumerables pérdidas de tiempo del rival y el insuficiente arbitraje de Moreno Aragón

Partido de Liga Hypermotion entre el Levante UD y el Racing de Ferrol

Partido de Liga Hypermotion entre el Levante UD y el Racing de Ferrol / Francisco Calabuig

Rafa Esteve

El pasado es un relato al que pocas veces hay que referenciar. El presente es el que prevalece, el que manda. Y el futuro, el que hay que visualizar para que los sueños y las ilusiones tengan sentido. Tanto en el fútbol como en la vida. Sin embargo, da la sensación de que el Levante, cuando entra en situaciones que le perjudicaron en tiempos anteriores, es incapaz de inclinar la balanza hacia sus intereses. No sabe cómo aprovechar las oportunidades que el fútbol le pone en bandeja. Cuesta, en ocasiones, asimilar la realidad cuando se producen desenlaces que salen no solo de la lógica, sino también de escenarios esperanzadores. Cuando se pasa del todo a la nada, por mucho que todavía quede temporada por delante. Y es que la realidad del Levante, después de caer ante el Racing de Ferrol y perder su racha de imbatibilidad en el Ciutat de València, pasa de finalizar la jornada en ascenso directo a afrontar el próximo fin de semana fuera de los puestos de promoción. La inestabilidad, sobre todo emocional, de la Segunda División. No obstante, los de Julián Calero sufrieron su primera derrota en casa en medio de las innumerables pérdidas de tiempo de su adversario y la ausencia de criterio de Moreno Aragón, terco en sus errores y sin personalidad sobre el césped. Fue el cóctel dañino sobre el que el fortín de Orriols se vio superado, consciente de que su Levante se dejó la vida para sumar de tres, pero que no solo no tuvo su día, sino que hay escenarios en los que competir es totalmente imposible.

Lo que aspiró a ser un día grande en Orriols comenzó con un guion imprevisto. Lo que tuvo que ser el duelo que cambiara la suerte del Levante arrancó con infortunio. Le tocó desafiar a su propio destino desde bien temprano, cuando Jauregui, transcurridos siete minutos, detectó la internada de Dorrio al área pequeña para, con un ligero desvío, colocarla en el fondo de las mallas. Fue el inicio soñado del Racing de Ferrol, cuya diferencia de ocho puntos de la salvación, le obliga a sumar victorias antes de que sea demasiado tarde. De hecho, su diana le dio la posibilidad de desquiciar a su rival al limitar su plan de partido a defender y contragolpear. Seguramente, el mejor antídoto para minimizar el dinamismo y la velocidad del Levante con el balón en sus dominios, pero que no menguó el espíritu guerrero y de lucha de los de Calero.

Tardaron, más allá de un cabezazo de Pablo Martínez en los compases iniciales, en asomarse a la portería de Jesús Ruiz; quien, desde el primer instante, se dedicó a arañarle segundos al luminoso con pérdidas de tiempo para rabia de un coliseo de Orriols que le mostró su indignación constantemente. Superado el ecuador de la primera mitad, Diego Pampín, recortando y golpeando con su pierna menos hábil, obligó al guardameta visitante a estirarse, y en la jugada posterior, tras un saque desde la esquina, Lozano recogió un rechace que mandó prácticamente a la escuadra, pero el ‘25’ del Ferrol la desvió cuando Orriols empezó a celebrar el empate. El Levante, poco a poco, fue encontrando espacios sobre los que percutir, buscando un gol que mereció y luchando para equilibrar la balanza. Casi lo consiguió al borde del descanso, pero el remate de cabeza de Roger Brugué, posterior a un exquisito pase de Sergio Lozano, fue palmeado, a duras penas, por Jesús Ruiz.

Una vez se reanudó el duelo, el Racing de Ferrol tomó la vía de las pérdidas de tiempo. Lo abanderado por su guardameta fue contagiado a un rival que, a la mínima, ya fuera por balones parados o por simulaciones, se olvidó de lo que transcurría sobre el verde ante la pasividad de Moreno Aragón, quien, en vez de advertir o, en su defecto, acumular los segundos donde el esférico no estaba en juego, dio banda ancha y se desentendió de un criterio, aunque fuera mínimo. Un despropósito, Las ideas del Levante, a su vez, fueron disminuyendo. La claridad de los granotas no fue tan fluida como durante los primeros compases, pero sus intenciones siguieron presentes. Morales, con un lanzamiento que se fue arriba, avisó, y, a falta de veinte minutos para el final del partido, un remate de Dela fue desviado con la yema de los dedos por Jesús Ruiz. El Levante lo intentó de todas las maneras posibles. Calero quemó todas sus naves metiendo a Morales, Forés, Kochorashvili y Espí, pero no hubo manera… Hasta que, en el descuento, Puric derribó dentro del área a Forés. Ahí pasó la esperanza de los levantinistas para, al menos, sumar un empate, pero Moreno Aragón, pese a verlo en el VAR con claridad, se desentendió de la acción. Una derrota dolorosa, que supone un paso atrás en el sueño del ascenso, pero que tiene que servir para afrontar lo que queda con más rabia y coraje si cabe.

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