Un empate agridulce y descorazonado (1-1)

Los de Calero empatan en La Rosaleda sin dominar el partido pero gozando de las más claras

Málaga-Levante UD

Málaga-Levante UD

Ángel Bueno

El Levante no logró rascar más que un empate en un campo difícil y ante un Málaga dominador e insistente por las bandas. Los de Calero fueron de menos a más en una primera parte en la que una desafortunada acción con la mano de Dioni les permitía ponerse por delante a través de Pablo Martínez desde los once metros. La segunda, más de lo mismo. Quién la sigue la consigue y un insistente Málaga logró ver portería con el enésimo centro lateral. A partir de ahí, ambos equipos jugaron de tú a tú en un choque cargado de idas y venidas, como era de esperar. Aunque los 'granotas' no terminaron de dominar el partido, gozaron de las ocasiones más claras, teniendo Pablo Martínez la sentencia en sus botas con una ocasión clara ante el portero que no logró materializar con una vaselina fallida. 

La caraja con la que saltó al césped el conjunto dirigido por Julián Calero por poco le cuesta el planteamiento de todo un partido en los primero suspiros. Los jugadores ‘granotas’ estaban de cuerpo presente sobre el verde, pero sus mentes parecían seguir en el vestuario. Un error defensivo en los primeros minutos apunto estuvo de sacarle rédito el equipo local y castigar el fallo ‘granota’, que regalaba un balón en la frontal del área tras un mal pase en la salida de balón. Acción, a priori inofensiva, que derivó en un córner y la posterior intervención de Andrés Fernández para salvar con una doble parada los muebles de un Levante adormecido. A la espera de sacar a relucir el gran juego combinativo que caracteriza al presente Levante, aguantaron las embestidas de un Málaga enchufadísimo y con la premisa de dominar desde el arranque. No fue el inicio soñado del Levante, pero Calero sabe transmitir lo que quiere a sus futbolistas, que iban replegando y aguantando en bloque bajo sin sufrir demasiado las embestidas andaluzas. Todo lo contrario que el club malagueño, persistente en la el control del juego por medio de la posesión del balón y los centros laterales. 

Compactos, pero reactivos, Carlos Álvarez logró tejer la primera de sus diabluras y, aunque Brugué no consiguió engancharla y darle dirección portería, funcionaba como aviso de los que son capaces con espacios a la contra. Mientras tanto, una Rosaleda volcada con su equipo, no dejaba de animar ni un solo minuto al ver que los suyos, superiores en dominio y volumen de acciones peligrosas, asaltaban la portería de Ándres Fernández. Insistencia que daba sus frutos cuando, en el ecuador de los primeros 45, apunto estuvo Delarrubia de empujar un centro raso al segundo palo de las botas del lateral zurdo Daniel Sánchez. Manu Sánchez sufrió más de lo esperado las continuas incorporaciones del carrilero. 

Los aspavientos y expresiones de Calero definían a la perfección la ‘performance’ de un Levante totalmente ausente durante la primera media hora de juego. Es más, las malas noticias se acumulaban para un técnico que veía como Brugué se echaba las manos al femoral y era sustituido por Iván Romero. Y, cuando más cerca estaba el Málaga de abrir la lata, la balanza se desequilibraba a favor del Levante con un penalti de Dioni por mano dentro a la salida de un córner. Pena máxima que se encargó de materializar Pablo Martínez con un movimiento de tronco perfecto para engañar a Herrero y adelantar a su equipo. El Málaga, incansable por las bandas, no cesaba en su intento de ver portería por medio de sus laterales, obligando a la defensa ‘granota’ a mantenerse férrea y seguir despejando balones. En una de esas jugadas en las que prácticamente todo el equipo andaluz amenazaba la portería levantinista, aprovecharon los de Orriols su condición de ‘víctima’ para pillarlos desprevenidos y avisar con una contra de libro justo antes del descanso. Jugada que no pudo finalizar el Comandante, que esperaba en el segundo palo, con caña en mano, un pase de la muerte que cortó el defensor andaluz. 

A la vuelta de los vestuarios el guión parecía repetirse. Un Levante no tan somnoliento como en la primera mitad esperaba en su campo las proposiciones de los de Pellicer, fieles a un estilo que pasa por el balón. Los nervios afloraban en el equipo local, que buscaba de forma precipitada la portería rival. Las instrucciones de Calero en el descanso surgía efecto. Los de Orriols estaban muy cómodos defendiendo el resultado con un bloque cerrado y saliendo a la contra a la mínima. De hecho, en una de esas, Morales habilita con un toque sutil a Pablo Martínez que, completamente solo contra el portero, intenta una vaselina sin éxito y no logra poner un 0 a 2 que sentenciaba el encuentro. Jugada que más tarde lamentaría el equipo del Ciutat, que vio como uno de los balones colgados a la olla fue rematado por Pastor. El central del Málaga cabeceaba un centro desde la derecha que golpeaba en el larguero y ponía las tablas en el marcador. Tras el mazazo, el Levante resurgió y comenzó a jugarle de tú a tú al club andaluz, convirtiendo el partido en un encuentro de idas y venidas. Carlos Álvarez, decidió echarse el equipo a la espalda e intentarlo por todas las vías con una exhibición de calidad y conducciones magníficas. El choque estaba viendo su fin y Puga, en una acción que sobraba por completo, veía la roja tras una dura entrada al tobillo del propio Carlos. Hubo peligro en ambas áreas durante los últimos minutos del partido, sin goles y perpetuando el empate en el marcador.

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