Estas Fallas se celebran desde lo más alto (1-2)

El Levante consigue un triunfo para la posteridad en Huesca para asaltar el liderato y aumentar los niveles de ilusión en la València granota

El Levante UD celebra un gol ante el Huesca.

El Levante UD celebra un gol ante el Huesca. / LaLiga

Rafa Esteve

València

Las Fallas de València Las Fallas de València adquieren una tonalidad azulgrana y tintes granotas después de que el Levante haya prendido, definitivamente, la mecha de la ilusión por subir a Primera División. No hay mejor resultado para encarar los días grandes de la semana fallera que una victoria, pero, si sirve para aupar a los de Julián Calero a la cima de la clasificación, los niveles de euforia son incontrolables. El sueño de volver a la élite ya no tiene marcha atrás y el derecho a creer que este puede ser el año está completamente justificado. El equipo levantinista, artífice de que en Orriols se esté viviendo una temporada inolvidable, logró una victoria de muchísimos quilates en El Alcoraz, en un encuentro de poder a poder que se llevó en el descuento y donde sufrió hasta el último segundo. Sin embargo, el Levante, gracias a los tantos de Diego Pampín y de Álex Forés, ambos estrenándose como goleadores y con el ‘19’ vistiéndose de héroe con su diana en el 91’, empieza a creer más que nunca en sus posibilidades. Comienza a sentir el cosquilleo de que la gloria ni es una utopía ni está tan alejada. Su liderato no es casualidad. Sus posibilidades de ascender, tampoco. Disfruten de las Fallas, granotas, que el Levante no dejará de pelear por su sueño de volver a Primera División.

El tiempo avanza y la hora de la verdad empieza a acercarse en Segunda. Parece que todavía queda mucho por delante, pero el Levante, si quiere dar el salto, necesita dar la cara y golpear en partidos como el del Huesca. Los de Julián Calero saltaron al césped de El Alcoraz con el cuchillo entre los dientes, pero sin ánimo de desgastarse, conscientes de que sería un partido largo. Férreos dentro de su propia área a la hora de defender y con personalidad y descaro cuando el balón pasaba por sus dominios. El Huesca, sin embargo, quiso embotellar y mandar el mensaje de que no daría su brazo a torcer pese a las bajas. Pulido, atacando el segundo palo, vio cómo Vicente Iborra le sacó un balón sobre la línea en medio de un tramo inicial en el que los de Antonio Hidalgo embistieron la portería de Andrés Fernández. Fueron minutos de mucha intensidad por parte de los locales, pero el Levante generó más peligro mediante sus oportunidades.

Dela, partiendo como lateral derecho, se estrelló con la cruceta después de ejecutar un fuerte disparo desde fuera del área, y antes del descanso, Giorgi Kochorashvili domó un esférico dentro del área para quedarse a poco centímetros de batir a Dani Jiménez. No obstante, los niveles de intensidad fueron disminuyendo debido a la sensación de que la segunda mitad sería más disputada. A pesar de ello, el Levante mostró un temple digno de los que militan en la parte alta de la clasificación. De los que sueñan con ocupar uno de los dos lugares más privilegiados de la tabla a final de temporada.

La entereza con la que los de Calero afrontaron su cita en tierras oscense tuvo continuidad en la segunda mitad, desde la seguridad y el convencimiento de que su camino hacia los puntos, basado en la fortaleza mental y en la personalidad que se exige para competir en El Alcoraz, era el adecuado. El premio, de hecho, lo encontró prácticamente a las primeras de cambio una vez el colegiado reanudó el partido, en un fin de semana para el recuerdo para Diego Pampín. El sábado celebró su 25 compleaños y, un día más tarde, se estrenó como goleador granota. Su primera diana, en cambio, tuvo cierta polémica no por ser sospechoso de infractor, sino por cómo se desarrolló la jugada. Kochorashvili, en su intento de hacerse con el esférico, vio cómo su control dio en su mano izquierda, pero, al no estar en una posición antinatural ni alejada de los límites permitidos, el colegiado validó un tanto que solo el lateral proyectó en su cabeza. Partió desde la izquierda, se metió hacia adentro, se deshizo de la línea defensiva que intentó obstruir su conducción y superó a Dani Jiménez para alegría absoluta de la multitud granota desplazada en El Alcoraz.

Sin embargo, para ganar en el campo del Huesca hace falta contundencia y actuar sin medias tintas. Ir convencido a las acciones y sin miedo. Quizás fue el motivo por el que Ignasi Miquel, en un balón muerto dentro del área, despejó sin alma un cuero que recogió Joaquín, lo perfiló a su pierna buena y la cruzó al fondo de las mallas para poner el empate en el luminoso. Desde entonces, el Levante, lejos de amedrentarse ni de dar el punto por bueno, dio un paso al frente y buscó una diana que terminó encontrando sobre la bocina, pero que supuso un estallido de euforia incalculable, pero que tuvo similitudes al que se vivió en Elda. Otra victoria cargada de épica. Otro triunfo de los que no son casualidad. Álex Forés, en el 91’, definió ante Dani Jiménez un pase milimétrico de Giorgi Kochorashvili para cerrar un partido que, en sus últimos minutos, no estuvo exento de sufrimiento. El Huesca peleó el punto hasta el último segundo, pero el Levante se llevó tres que valen su peso en oro, que colocan al equipo de Julián Calero en la primera posición y que disparan los niveles de euforia en la València granota, que vivirá las Fallas desde la emocionante ilusión de volver a Primera División tres años después. 

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