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LUD

Kervin Arriaga, el ‘chamaquito del barrio’ con mentalidad de guerrero

Una importante fractura de tobillo a los 11 años estuvo a punto de dejarle sin caminar

Kervin Arriaga, durante el partido ante el Oviedo.

Kervin Arriaga, durante el partido ante el Oviedo. / Levante UD

Rafa Esteve

Rafa Esteve

València

Son solo dos titularidades consecutivas, consumadas notablemente tras dar pinceladas de sus capacidades como centrocampista durante sus tres primeras apariciones con el Levante (Betis, Girona y Real Madrid), pero sus actuaciones en la medular, por pocas que sean, han sido suficientes para maravillar a un coliseo de Orriols que ya se siente identificado no solo con su fútbol, tan destructor en defensa como valiente en ataque, sino también con sus principios.

«Es un jugador importante, con jerarquía, que nos va a sostener mucho en el campo. No tenemos sus características en la plantilla», dijo Julián Calero tras el empate frente al Betis. Kervin Arriaga (5 de enero de 1998, Puerto Cortés, Honduras) se encuentra en plenas condiciones de proyectar al Levante hacia la permanencia después de dejar atrás una lesión en el recto femoral izquierdo, sufrida en pretemporada bajo los efectos de su participación en la Copa Oro junto a Honduras.

A pesar de encadenar dos años sin descanso vacacional, debido a que su traspaso desde el Minnesota United hasta el Partizán de Belgrado se produjo en pleno desarrollo competitivo de la MLS, y lo enlazó con fases previas para acceder a competiciones europeas, Arriaga no quiso frenar su actividad deportiva en su llegada a València como muestra de agradecimiento y de compromiso con Calero, quien demandó su incorporación al club, y con la dirección deportiva, cuya apuesta se materializó abonando un traspaso al conjunto serbio.

Ambas situaciones, sumadas a la oportunidad de dar el salto a la élite del fútbol español, provocaron que Arriaga sintiera su llegada al Levante como una bendición de Dios, divinidad que siempre tiene presente y que abraza en cada paso que da en su vida plena, pero cuya infancia fue dura.

Procedente de un barrio marginal de Puerto Cortés, donde carecen las oportunidades y el desarrollo, el ‘16’ granota soñó con ser futbolista no solo por su pasión por el mundo del balompié, sino también para sacar a su familia hacia un entorno más favorable. Dio comienzo a su aventura con un balón en los pies desde una edad bien temprana, pero haciendo el sacrificio de ir a entrenar, en ayunas y pedaleando con su humilde bicicleta, durante un trayecto de 45 arduos minutos hacia su centro de entrenamiento. Quién sabe si dichos esfuerzos le llevaron a madurar un físico corpulento y portentoso, pero no solo su empeño le llevó al fútbol profesional. Su madre, fiel escudera, al ver cómo su hijo sufrió con 11 años una fractura de tobillo que casi le deja sin poder caminar, vendió el único solar de su familia para acometer una cirugía importante que le permitiera recuperarse.

Apodado desde sus inicios como ‘El Misilito’ por su potente disparo, comparado con el del exfutbolista profesional, referente del centrocampista y leyenda de la Selección de Honduras, De León, Arriaga es tendencia en el Ciutat. ‘El Chamaquito del Barrio’, apodo que postea en sus redes sociales, desea que su trabajo se traduzca en éxito teniendo al Levante entre ceja y ceja, sin olvidar a su selección nacional.

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