Opinión | Bombeja Agustinet!
Tontitos

Carlos Espí celebra un gol en Los Arcos. / Kai Försterling (Efe)
No es un secreto que no me gusta Calero. Tampoco si ganamos. Ni cuando ascendimos. Ni aunque nos salvemos. Me gustaría honestamente que me hiciera cambiar de opinión. Lo celebraría con entusiasmo. Sería el mejor de los síntomas. Hay partidos, como el de Mallorca, en los que veo brotes verdes y me ilusiono. Ojalá tuvieran continuidad. Ojalá poder aplaudir que está forjando un Llevant con personalidad, con coraje, con identidad.
Durante los quince años que escribo sobre el Llevant cada semana, nunca me he dejado llevar por el resultadismo. Una victoria a veces es anecdótica. Incluso dos. O tres. Son las dinámicas las que permiten visualizar el crecimiento y el futuro de un equipo, a medio y largo plazo. Tampoco me gusta ser ventajista y aprovechar las coyunturas en que emerge un cierto run-run sobre el entrenador. Creo que ese es justo el momento en que hay que esforzarse por ser más ecuánime.
En la última rueda de prensa alguien insinuó al míster que qué más puede hacer Espí para ganar minutos. Calero se defendió, visiblemente molesto, argumentando que él y los técnicos no “son tontitos”, que lo ven cada día entrenar… y así respondió, de paso, al amplio sector del levantinismo que no comprende el ostracismo al que ha condenado, sin motivo aparente, al de Tavernes de la Valldigna. Sin la cantidad de puntos que nos dio el chaval el año pasado en los minutos de la basura, el Llevant no estaría en Primera y, seguramente, Calero no seguiría en el banquillo de Orriols.
La escuadra granota tiene (y tenía) carencias tácticas, a balón parado en ataque y defensa, en coberturas, en la gestión de los partidos, en los cambios, e, incluso, a nivel motivacional, que son responsabilidad del entrenador. Se han visto en muchos partidos y se vieron, un día más, en Orihuela, contra un Segunda RFEF.
Como ya sucedió el curso pasado, tenemos la inmensa fortuna de contar con futbolistas diferenciales, capaces de disimular esas carencias. Este año, sin duda, Etta Eyong. Y el propio Espí, en Los Arcos, de donde el Llevant salió vivo de milagro.
Las carencias de Calero no pasan inadvertidas para un sector de la prensa y de la afición, ni tampoco para directivos e incluso técnicos del Llevant. Ellos tampoco son tontitos.
En vez de enzarzarse en polémicas estériles, confiando en su buen dominio del relato, estaría bien que nuestro entrenador tuviera la humildad de hacer autocrítica, aceptar sus puntos débiles y mejorarlos. Es la forma de que pueda firmar una trayectoria exitosa y duradera en Orriols. Sin jugar a nada, sin proyecto de equipo, sin personalidad definida, pueden llegar resultados, sin duda. De forma puntual, eso sí. Después de un montón de jornadas, sin embargo, sería un milagro que las individualidades hayan conseguido solapar la mediocridad en que seguimos instalados como equipo.
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