La Serranía se pasa a la trufa: más de 60.000 carrascas se han plantado en los últimos siete años

El cultivo de la carrasca trufera ha crecido en los últimos años por la baja rentabilidad del almendro o el trabajo que requiere las viñas. Este fin de semana Andilla acoge la Feria de la Trufa y se consolida como referente de este producto gourmet

Amparo Soria

Amparo Soria

Este fin de semana, el aroma de la trufa negra va a inundar la Serranía a raíz de la Feria en torno a este tubérculo que se va a celebrar el sábado y el domingo en Andilla. Es solo una muestra más de la importancia de este cultivo en la comarca y, sobre todo, de la fuerza que ha vuelto a coger en estos últimos años. Tras una época dorada de plantación de carrascas a principios de las años 90, motivada por unas ayudas autonómicas para el cultivo y vallado, el sector de la truficultura vive una nueva época de esplendor con alrededor de 200 hectáreas de carrascas truferas plantadas en la Serranía.

Son datos que manejan Toni Núñez y Virginia Espinosa, fundadores de Truficultura Técnica e ingenieros agrícola y forestal volcados en este sector desde hace 17 años. Según explica Núñez, esas hectáreas se han consolidado en los últimos siete años y se suman a los cultivos que ya existían. Esas nuevas plantaciones representan unas 60.000 carrascas truferas nuevas, lo que claramente para Núñez representa una tendencia agrícola.

Junto con el interior de Castelló, comarcas como el Rincón de Ademuz, la Serranía o Requena-Utiel también tienen esta tradición arraigada, y va hacia adelante. Núñez y Espinosa brindan asesoramiento y funcionan como un laboratorio para nuevos truficultores, por lo que aseguran que es la gente entre 30 y 50 años el perfil que más abunda en esta conversión de campos hacia el diamante negro. La mayoría residen en estos pueblos serranos y he aquí una de los múltiples beneficios de este cultivo: es capaz de fijar población. "Es lo más importante que consigue la truficultura, es una agricultura que funciona y que recupera campos, con la importancia que eso tiene de cara a los incendios forestales que puedan producirse, al ser una barrera del fuego", dice Núñez. "En pueblos como Sarrión, en Teruel, o el Toro en Castelló, si no hubiera sido por la truficultura se habrían vaciado", señala.

Trufas de Toni y Virginia

Trufas de Toni y Virginia

Es una buena noticia porque, además de fijar población, se evita el abandono de campos. Como explica Núñez, "Las enfermedades del almendro y lo costoso que resulta trabajar las viñas, además de la baja rentabilidad, han motivado que dejen de trabajarse estas tierras y esta es una oportunidad para recuperarlas". Las carrascas, aunque evidentemente requieren de cuidados, implica menos trabajo que otro tipo de cultivos. Hay que dedicarle horas de laboreo, arado, podas y realizar técnicas como los nidos que se hacen con turba para mejorar la producción.

Esta empresa realiza estudios de viabilidad sobre suelos de personas que quieren pasarse a este cultivo. Lo habitual es que se planten carrascas, pero como explica Núñez, también pueden crecer los hongos en robles valencianos, avellanos y coscojas. Eso sí, el suelo debe tener una textura franco-arenosa y con un PH elevado con un nivel de nutrientes alto. Características que son habituales en toda esta zona de interior y que precisamente en Andilla llevan explotando desde hace mucho.

Precisamente la alcaldesa, Consuelo Alfonso, recuerda que esta feria se celebra precisamente para dar visibilidad a un producto que, por un lado, es un reclamo turístico y por otro, las plantaciones son un cortafuegos natural. "Contra la despoblación no tenemos que inventar nada nuevo, con un producto así se puede atraer a mucha gente", dice la alcaldesa. En Andilla son unas 15 personas las que se dedican a la truficultura de forma oficial, aunque muchas lo llevan con discreción. Sin embargo, Toni y Virginia, fundaron el año pasado la Asociación Valenciana de Truficultores y Recolectores y son más de 50 miembros en la provincia de València.

Luca, Tana y Virginia junto a trufas encontradas en sus campos.

Luca, Tana y Virginia junto a trufas encontradas en sus campos.

Se promueve la formación de todos los integrantes y se trata de dar a conocer la trufa valenciana por encima de la fama de la que ya gozan la de Teruel o Soria. Además, Núñez destaca que se trata de una agricultura ecológica en la mayoría de los casos que no utiliza ningún fitosanitario, y es precisamente en los campos de la Comunitat Valenciana donde hay más certificados de cultivos ecológicos de trufa en toda España.

Una temporada con precios más elevados

Según los datos que maneja la Asociación Valenciana de Agricultores, AVA-Asaja, este año el precio del kilo de la trufa se ha encarecido debido al verano tan seco del año pasado y a la falta de agua del otoño. Según calculan, en estos momentos el kilo de trufa negra supera los 1.000 euros, un valor más elevado todavía de lo que habitualmente es.

Fuentes de la asociación aseguran que se trata de una "alternativa interesante" al cultivo en secano de interior, ya que las producciones son rentables. Eso sí, advierten que es una inversión a medio largo plazo: a partir de los cuatro años puede verse el fruto, pero a partir de los siete cuando hay una producción sustancial. "Requiere de una inversión inicial fuerte por los fastos de plantación, de terreno, de las podas... y se tardan años hasta recuperarlo", señalan.