La Audiencia de Alicante ha condenado a C. V. N. que trabajó de profesor en Teulada en 2011, a dos años y dos meses de cárcel y a seis años de inhabilitación absoluta por cometer un delito de abuso sexual al sentar, durante una clase, a una niña de 7 años sobre sus rodillas y manosearle la zona vaginal. El acusado también deberá cumplir seis años de libertad vigilada. Además, tiene prohibido comunicarse y aproximarse durante también seis años a la víctima, a la que deberá indemnizar con mil euros por los daños morales que le ocasionó.

El abuso sexual se produjo el 3 de febrero de 2011.

La menor, que destapó los abusos al contárselos a su madre, estaba en la clase de inglés que impartía este profesor. El aula se hallaba en penumbra, dado que los alumnos estaban viendo un video. El maestro se sentó al lado de la niña y, «con ánimo libidinoso», precisa la sentencia, la subió sobre sus rodillas y le manoseó y tocó la zona vaginal por encima de la ropa.

En el juicio, la defensa insistió en que la única prueba de cargo era la declaración de la niña. Los magistrados esgrimen en la sentencia jurisprudencia del Tribunal Supremo sobre los parámetros que dan credibilidad a un relato de abusos sexuales por parte de un menor.

Los jueces concluyen que en este caso la víctima «ha mantenido de manera persistente y convicente un mismo y único relato». Subrayan que la declaración efectuada en el juicio y ante la Guardia Civil, que la grabó por si se optaba por no hacerle pasar a la niña el mal trago de revivir los hechos en un tribunal, fue «expresiva, espontánea y absolutamente creíble».

También inciden en que el tocamiento se prolongó durante «un tiempo regular» y, por tanto, hay que descartar que fuese una caricia superficial sin intención.

Además, la sentencia aclara que la menor no había estudiado el curso anterior en este colegio, el Sant Vicent Ferrer, y la familia desconocía los problemas que el profesor había tenido en otros centros. La madre, al contarle su hija lo sucedido, acudió al centro a pedir explicaciones y asesoramiento. Luego consultó a una psicóloga y, finalmente, puso la denuncia.

Los magistrados afirman que la conducta del profesor, que éste trato de justificar en el juicio con el argumento de que es afectuoso con sus alumnos, respondió a «un acto de contenido sexual manifiesto».