A las 12 de la mañana, empieza la locura en la cala Granadella de Xàbia. Ya no queda una plaza libre para estacionar ni en el barranco reconvertido en aparcamiento y acceso viario a la playa ni en las parcelas privadas que sus dueños, que han vislumbrado que el gran negocio es en agosto aparcar, han habilitado como estacionamientos de pago. «Y hoy no hay tanto lío, porque el domingo fue bestial la de coches que bajaron», comentó un vecino que ahora cobra 6 euros a quien quiere dejar el coche en su terreno.

La Granadella, que mantiene intacto el perfil de sus casitas de pescadores y atrae por sus aguas transparente y de reflejos turquesa, corre el peligro, por la saturación de coches, de perder su condición de playa paradisiaca. «Vinimos hace dos años. Entonces esta cala estaba considerada como la mejor de España. No había, desde luego, el caos de ahora. Es una locura tanto coche», comentó una bañista que esperaba con sus hijos a que su marido bajara a recogerlos con el automóvil, que había aparcado lejísimos.

Este verano, eso sí, la Granadella cuenta con un vial de escape. La calle Pic Tort, que sube en zigzag la montaña, se abrió hace 40 años. Formaba parte de un plan parcial que, por suerte, no salió adelante. Este año el ayuntamiento la ha mejorado. Oficialmente, estaba cerrada. Ahora ya se puede circular por ella, pero sólo en sentido hacia arriba. En sus recodos y extremos, el consistorio ha creado 70 plazas de aparcamiento. Se quedan cortas. La p0licía local desvía a esta calle el tráfico cuando, como ocurrió ayer a las 12 horas, la Granadella ya está saturada. A las 14 horas, ya hay que dejar el vehículo arriba del todo. La cala se pone de coches hasta la coronilla.