Andrés Ayuso, de 69 años, no puede evitar que se le salten las lágrimas cuando recuerda cómo sobrevivió al ataque de tres de los cinco perros peligrosos (de razas mestizas de pitbull y bullterrier) que el sábado mataron a un agricultor de 76 años en un huerto de naranjos de Beniarbeig. Andrés regresaba el lunes por la tarde a su casa, en la partida Barranquets de Els Poblets. Le llamó la atención que tres canes (se habían escapado del refugio donde la policía los había confinado tras el ataque del sábado) fueran por en medio de la carretera. «Los coches les pitaban. Pensé que seguirían hacia delante, pero, cuando me vieron, se me tiraron ciegos», relató ayer con angustia. «Les grité para tratar de espantarlos. Pero no me dio tiempo ni a acabar la frase. Se abalanzaron sobre mí».

Este vecino de Els Poblets (es natural de Pozuelo, pero lleva ya 15 años residiendo en este municipio de la Marina Alta) sufrió graves desgarros en piernas y brazos. No recuerda muy bien cuántas dentelladas le dieron los canes.

«El blanco se me lanzó al brazo y me clavó los dientes. Con la mano libre, le enganché el hocico para cortarle la respiración. Logré que me soltara», indicó. Pero los animales estaban fuera de sí. El mismo can le volvió a atacar y los otros dos, que daban vueltas a su alrededor, se le tiraron a morderle las piernas.

«No recuerdo muy bien si llegaron a tirarme al suelo. Creí que me mataban. Me iba quedando sin fuerzas. Me hubieran devorado», advirtió Andrés, que recuerda también que «a otro perro negro logré darle un puñetazo en la cara. Me defendía como podía, desesperado».

El ataque se produjo en una rotonda de la carretera de Els Poblets a El Verger. La víctima estaba a escasos 150 metros de su casa. Cuando casi lo daba todo por perdido, un conductor paró su coche y cogió un bloque de un bordillo sin acabar y se lo arrojó a los animales. «Creo que le dio a alguno, porque escuché aullidos lastimeros». El joven, del que Andrés recuerda que era moreno de tez y que tendría unos 40 años, logró así que los perros soltaran a su presa.

«Además, tuvo la vista de dejar abiertas las dos puertas de delante del coche. Pero yo estaba tan desesperado que me subí al techo del vehículo. El muchacho me gritó que me metiera dentro». Y así lo hizo. Ambos se encerraron en el coche y se fueron a toda prisa al cuartel de la Guardia Civil, que está muy próximo.

«Los agentes se portaron de maravilla. Salieron en seguida a capturar a los animales. Me dijeron si el chaval que me había salvado podía llevarme al hospital. Me habían destrozado brazos y piernas y estaba sangrando».

A Andrés, le gustaría contactar con su ángel de la guarda para darle las gracias. «¿Qué si me salvé de milagro? El milagro fue que ese chaval pasara por allí y que me quitara a los perros de encima y me socorriera. Me salvó la vida porque esos animales se hubieran hecho conmigo, me hubieran degollado», advirtió.

Un veterinario sacrificó en la tarde del martes a los cinco canes. El sábado se escaparon del chalé de Beniarbeig donde su dueño, un residente holandés, vive de alquiler. Pese a tratarse de razas peligrosas, no los tenía registrados ni con la documentación pertinente. Acabaron con la vida de Luis Ángel Sala, un vecino de Ondara que había acudido a su huerto a coger naranjas. Tras capturarlos la Guardia Civil en el chalé (su dueño supuestamente los había bañado para borrar la sangre), atacaron también a un cuidador y le mordieron en una pierna.