El Juzgado de lo Penal número 1 de Benidorm dejó ayer visto para sentencia el juicio contra Robert G., el británico acusado de matar a un amigo tras propinarle un puñetazo que hizo que cayera al suelo y se golpeara mortalmente en la cabeza. Los hechos ocurrieron en abril de 2016, a la salida de un pub de la playa del Arenal de Xàbia, donde Robert y la víctima, Terrence W., que entonces tenía 42 años, habían estado tomando copas junto a otros amigos. Tanto la Fiscalía como la acusación particular, que representa a la madre y hermanas del fallecido, reclaman una pena de 4 años de prisión por un supuesto delito de lesiones en concurrencia con otro de homicidio por imprudencia grave, además de una indemnización de más de 80.000 euros.

El acusado, que de joven fue boxeador, negó ayer haber golpeado a la víctima y, conmocionado en varios momentos al recordar a su amigo, atribuyó gran parte de la culpa de todo lo ocurrido a la elevada dosis de alcohol que ambos habían consumido. De hecho, afirmó que no recordaba cómo se habían producido los acontecimientos pero sí fue tajante al negar que le diera un puñetazo. Como relataron en su día algunos testigos, durante el interrogatorio de ayer en el juicio, Robert G. dijo creer que el fallecido iba tras él increpándole y que, finalmente, le apartó con la mano para no tener más problemas, lo que pudo hacer que se tambaleara y cayera al suelo fracturándose el cráneo, según explicaron fuentes de la causa.

Ésta es la teoría que también mantiene su defensa, ejercida por la letrada Mariana Ivanov, quien afirmó que los informes forenses revelaron que la víctima presentaba lesiones en tres puntos diferentes de la cara -la frente, el pómulo y la cara-, que, a su juicio, de ninguna manera podían estar causadas por un único puñetazo. Igualmente, sostuvo que las pruebas realizadas en estas heridas no revelan restos de ADN del acusado, por lo que defendió la hipótesis de que Terrence W., «que estaba al borde del coma etílico», se habría golpeado con un vehículo y después habría caído al suelo sin que el acusado llegara a intervenir.

La versión de la Fiscalía es rotundamente contraria y apunta a que el británico acusado mantuvo una discusión con su compatriota y le «propinó un fuerte puñetazo en la cara», a causa de lo cual «falleció inmediatamente por la afectación de centros vitales encefálicos por la fractura de cráneo derivada del traumatismo craneal».

Además del acusado, durante la vista declararon ayer varios testigos, agentes de la Guardia Civil que participaron en la causa y peritos, que ofrecieron distintas explicaciones sobre los hechos.