«Es de locos la invasión que sufrimos. De repente, te encuentras a 20 personas subiendo y bajando por dentro de la Muralla Roja». Ángel Campillo, uno de los vecinos de este edificio construido en 1973 y diseñado por el Taller de Arquitectura de Ricardo Bofill, advirtió ayer de que los vecinos están «hartos» de que se cuelen curiosos. Explicó que han tomado medidas como la de vallar la urbanización para preservar la intimidad de los propietarios. Este diario ya recogió las críticas de otros vecinos de esta zona de la Manzanera por cerrar la Muralla Roja con una valla una zona verde. La concejala de Urbanismo, Ana Sala, ha ordenado que se desmantele el cerramiento. Campillo, sin embargo, aporta un plano catastral en el que esos terrenos forman parte de la urbanización.

Este propietario insiste en que se han visto forzados a tomar medidas dado que «aquí entra todo el mundo». Afirma entender el interés que suscita la Muralla Roja. «Pero es esperpéntico que la gente se meta en tu casa para hacerse un selfi o tomar fotos para subirlas a instagram», indica, y denuncia que en una sola tarde tres drones sobrevolaron la urbanización para captar imágenes.

Campillo lamenta que el propio ayuntamiento haya fomentado que los curiosos se cuelen en el edificio, cuya arquitectura es muy abierta, al ilustrar la portada de su calendario con una imagen de la Muralla Roja. «La consecuencia es que nos están invadiendo. Ya estamos perdiendo un poco los nervios», dijo.

Subrayó que los propietarios no están en contra de que este edificio se declare Bien de Interés Cultural (BIC), lo que obligaría a establecer un régimen de visitas. Precisamente, puntualizó, lo que quieren es que los turistas tengan claro cuándo y adónde pueden entrar. Eso sí, afirmó que el BIC debe tener para los propietarios alguna contraprestación como una rebaja en los impuestos municipales o recibir subvenciones para el mantenimiento del edificio.

Campillo puntualizó que pintar la Muralla Roja cuesta «un dineral». Han pedido, de hecho, asesoramiento al Taller de Arquitectura de Ricardo Bofill para acertar en las tonalidades.

Reconoció también que han alquilado la Muralla Roja a firmas de moda para sus campañas de publicidad. «Así podemos pagar los gastos de mantenimiento, que son muy elevados», insistió.