La lluvia le sienta de pena a la iglesia gótica de Xàbia. Y si por momentos se desata, como ayer, el diluvio, el interior del templo de Sant Bertomeu se convierte en un repiquetear de goterones. La parroquia combate las goteras como puede. Los feligreses volvieron ayer a extender plásticos sobre los bancos de este templo de Sant Bertomeu. Así evitan que el suelo se encharque y que se dañen los bancos de madera. Pero los plásticos son para salir del paso. Las filtraciones de agua van a más.

El deterioro de esta iglesia, construida en el siglo XVI y que es una de las joyas del gótico valenciano, se agrava y, al mismo tiempo, cada vez parece más peregrino que se resucite el proyecto de restauración, que lleva empantanado más de una década. Las obras subían a 2,4 millones y las iba a financiar la extinta Caja Madrid. La crisis convirtió el proyecto, que impulsaba la conselleria de Cultura, en agua de borrajas. Llegó a colocarse un cartel. Pero ahí quedó todo. Nunca más se supo.

Hace unos días, sin embargo, el PP reactivó el debate de la restauración de la iglesia. Presentó en el pleno una moción en la que planteaba que el ayuntamiento pidiera al Ministerio de Fomento el 1 % Cultural para acometer estas obras. La propuesta no salió adelante. El alcalde, José Chulvi, del PSPV, advirtió de que ahora mismo no se cumple un requisito fundamental para que Xàbia pida a Fomento que financie la reparación del templo. Ese requisito es el de la propiedad. La iglesia no es municipal. En agosto de 2009, el Arzobispado de València se la inscribió a su nombre. Invocó un artículo de la Ley Hipotecaria franquista de 1946. El ayuntamiento intentó frenar la operación. Pero no hubo forma. Acudió a catedráticos de derecho procesal, que coincidieron en que meterse en pleitos con la Iglesia era perder el tiempo. Con todo, el consistorio sí defendió que hasta 1961 la iglesia de Sant Bertomeu figuró en el inventario de bienes municipales.

Por tanto, es el Arzobispado el que debe impulsar la restauración. Mientras, las goteras van a más y el deterioro se hace más evidente. Ya resulta hasta peligroso subir a la torre de la iglesia, ya que los escalones, de piedra tosca (la sillería del templo se extrajo de la Cova Tallada), están desgastados; además, los tablones de madera del suelo del campanario están rotos.

La iglesia es ahora Bien de Interés Cultural, pero está protegida desde 1931, cuando la República la declaró Monumento Histórico Artístico.