A la Granadella ya no le caben más cicatrices. No hace ni un año que un incendio arrasó este paraje de punta a punta. Ardieron 812 hectáreas. Las llamas llegaron hasta la cala. El agua ha completado ahora la destrucción. El último coletazo de la tormenta que a primera hora del miércoles se desató en la Marina Alta dejó un aguacero violentísimo. Comenzó a las 23 horas. El cielo se vino encima de toda la comarca. En Benimaurell, en la Vall de Laguar, cayeron en 50 minutos 70 litros por metro cuadrado, según registros de Avamet. El típico chaparrón de agosto se disfrazaba de gota fría. En Xàbia, el acumulado se disparó a 160 l/m2 y en la zona del Montgó de Dénia llegó a los 130 litros. Los barrancos bajaron con furia. Las calles también se convirtieron en ríos que atraparon a decenas de conductores.

El barranco de la Granadella, que hasta antes de este verano se usaba como vial y aparcamiento (el ayuntamiento lo cerró y esa decisión se ha revelado ahora providencial), se convirtió en minutos en una violenta torrentera. El agua abrió una gran cicatriz en la cala. Arrancó señales y se llevó por delante media playa. También arrastró al mar más de 50 hamacas. Por suerte, está prohibido aparcar. Si los coches hubieran taponado la salida de agua, la seguridad de los vecinos y turistas que ahora viven en las casas de la cala se hubiera visto muy comprometida. Con todo, entró agua en algunas viviendas y restaurantes.

El ayuntamiento ya se puso ayer manos a la obra. Empezó a retirar los arrastres del barranco, que, curiosamente, es también un camino (el de la Teuleria). La prioridad era dar acceso a viviendas que se habían quedado incomunicadas. También empezó a gestionar con Costas los permisos para aportar grava cuanto antes a la Granadella. La cala de la Barraca de Xàbia también sufrió daños. El consistorio la cerro a media mañana ya que varias palas y camiones trabajaban frenéticamente para recuperar el perfil de esta playa.

Además, una embarcación de recreo embarrancó por el temporal en la cala de la Sardinera.

El temporal ya se tragó en su primera acometida la playa de les Deveses de Dénia. El último aguacero dejó más daños en la costa dianense. Barrió la arena de algunos accesos y desplazó 20 lavapies, así como cuatro pasarelas. Además, la empresa de limpieza de playas empezó ayer a retirar la suciedad que los barrancos arrastraron y que el mar escupió a la costa. Las olas también han sacado gran cantidad de algas. Esos trabajos se prolongarán varios días, ya que Dénia tiene 20 kilómetros de playas.

El puesto sanitario de los socorristas de l´Almadrava que quedó devastado ya se sustituyó ayer por uno nuevo.

Otra playa castigada es la del Portet de Moraira. Un torrente (aquí también hay un barranco) se abrió paso y se llevó gran cantidad de «arena». Costas regeneró en mayo el Portet con tierra de cantera con granulometría de gravilla

El último coletazo torrencial del temporal también dejó un reguero de incidentes. Un muro de un chalé de la Guàrdia de Xàbia se vino abajo por completo. La policía de Xàbia atendió 61 incidencias. Rescató a nueve personas que quedaron atrapados dentro de sus coches en calles anegadas. También desalojó a cuatro chicas jóvenes cuyo chalé se inundó. Siete evacuados hicieron noche en un albergue provisional de emergencias que atendió la Cruz Roja. Dos personas se accidentaron en la calle y una se rompió el brazo.

Una tormenta de esta magnitud en agosto resulta excepcional. Pero, según los expertos, hay que empezar a acostumbrarse. El catedrático de Análisis Geográfico Jorge Olcina indicó ayer a este diario que el cambio climático está ocasionando que las «gotas frías» se desestacionalicen. Sostuvo que el calentamiento del mar y las elevadas temperaturas favorecen que en cualquier época del año puede desatarse un episodio de lluvias intensas.