Los vecinos de Suertes del Mar, una finca de 30 apartamentos construida en 1973 en la carretera de les Rotes de Dénia y a un paso de la playa de la Marineta Cassiana, por fin, pudieron regresar ayer a sus casas. La Policía Local retiró a las 16 horas el precinto del edificio, desalojado hace 23 días por peligro de derrumbe. Entonces 60 vecinos tuvieron que buscarse la vida. La primera noche el ayuntamiento y la asociación de hostelería y turismo de la Marina Alta sí les buscaron un alojamiento.

La comunidad de propietarios no preveía que el desalojo se prolongara durante estos 23 días. Pero el ayuntamiento quería tener todas las garantías de que la finca volvía a ser segura. Se ha apuntalado y cubierto con una red que protege de la caída de cascotes.

La concejala de Urbanismo, Maria Josep Ripoll, explicó ayer a este diario que la primera documentación que presentó la comunidad de propietarios sobre las obras para apuntalar el edificio tenía deficiencias formales. Insistió en que el consistorio no podía arriesgarse a levantar el precinto sin tener la certeza de que el riesgo de derrumbe se había conjurado.

«Esta mañana (por ayer) han presentado una documentación correcta y avalada por sus técnicos. Han certificado que el edificio es seguro», precisó Ripoll.

Los técnicos municipales también instaron en estos últimos días a la comunidad de propietarios a colocar puntales en un tramo que no se había reforzado. También se ha hecho.

Los vecinos han regresado a una finca que tiene un aspecto muy diferente a la que dejaron. Está totalmente cubierta por una red. Todos los balcones tienen puntales. No debe ser muy agradable vivir cómo envueltos en celofán.

La concejala de Urbanismo, de hecho, insistió en que no basta con las obras que se han hecho ahora. La comunidad de propietarios, para que se levantara el precinto, también se ha comprometido a realizar cuanto antes el proyecto de rehabilitación que debe corregir las «patologías estructurales» de Suertes del Mar.

El desalojo se precipitó el pasado 16 de agosto al escuchar una vecina unos crujidos y avisar a los bomberos. Estos inspeccionaron la estructura y coincidieron con los técnicos municipales en que existía peligro de derrumbe.