El chef francés Joël Robuchon deslumbra más por su sencillez que por su constelación de estrellas. Posee nada menos que 32 estrellas Michelin. Es el cocinero más laureado del planeta. Epatante (el galicismo va al pelo). Pero Robuchon no tiene empacho en reconocer que le emocionan «los tomates y las cebollas de esta tierra». La tierra a la que se refería era la Marina Alta. El «Chef del Siglo», como se le conoce en el mundillo gastronómico, recibió ayer en Teulada un homenaje. El alcalde, Carlos Linares, le agradeció la «gran promoción desinteresada que haces de nuestro municipio en todo el mundo». Robuchon es un enamorado de esta comarca. Tiene casa en Calp y ha hecho grandes amigos en Teulada-Moraira. Juan Moll, que con su familia regenta el restaurante La Sort de Moraira, ha trabado tanta complicidad con Robuchon que se ha convertido en su mano derecha. Ayer estaba en el homenaje. Venía del Atelier (así se llaman los restaurantes del chef francés) de Shangai y, en unos días, viajará a Nueva York. Otros amigos de Robuchon que ayer acudieron al homenaje que le tributó el Ayuntamiento de Teulada fueron el joven cocinero Rafa Soler o el exalcalde teuladino y ahora presidente del PP de Alicante, José Ciscar.

Robuchon, que hoy presidirá el jurado de la regata gastronómica Gourmet Race de Moraira, se reencontró con Edurne Trancho, la concursante tolosarra de MasterChef que llegó a la final del reality gastronómico. Jorge se llevó el premio. «Yo no gané, pero sí triunfé», dijo ayer Edurne, que recordó que la única pega que Robuchon, jurado en la final, le vio a sus platos fue «que había poco».

El cocinero francés firmó en el libro de honor del ayuntamiento. «Éste es el lugar al que vuelvo del mundo», dejó escrito.

Y luego demostró que tiene mano para contar anécdotas. Defendió la «cocina familiar» de la Marina Alta («es excepcional y de calidad insuperable», dijo) y desveló que en sus restaurantes sólo utiliza aceite de oliva de Alcoi (el Masía el Altet). Dijo que esa elección le ha valido discusiones encendidas con su amigo Charles Aznavour, quien, además de mito de la chanson française, es productor de aceite y le pide a Robuchon que use el suyo. En el video de homenaje al cocinero que ayer se proyectó en el consistorio teuladino, la música que sonaba era La Bohème de Aznavour.

El chef francés relató también que un crítico de The New York Times le pidió que le recomendara un lugar donde comer paella. Lo envió al restaurante de Paco Gandia en El Pinós, donde se hacen con fuego de sarmientos.

Robuchon incluso le hizo un guiño reivindicativo al club náutico de Moraira, donde hoy estará en la Gourmet Race. «Estoy debatiendo con ellos para que me dejen traer aquí mi barco».