Hay consultas ciudadanas que las carga el diablo. El Ayuntamiento de Gata de Gorgos, ahora gobernado por Compromís en minoría, ya lo ha comprobado. La consulta ciudadana convocada dentro del programa «Mou-te per Gata» para decidir el diseño de la carretera a Jesús Pobre ha acabado con un resultado sorprendente. Los vecinos han votado apabullantemente a favor de la opción a contracorriente, de la que menos se aviene con los nuevos tiempos de peatonalización y de dejar el coche en casa. Han elegido que este vial recupere los dos sentidos de circulación y no tenga ni carril bici ni aceras.

Los vecinos de Gata ya tienen su particular «brexit». En los talleres de movilidad sostenible de «Mou-te per Gata», se hizo pedagogía de desplazarse a pie y en bicicleta. Pero los residentes, a tenor de la votación, quieren coche.

De los 463 votos registrados en la consulta, 25 han sido nulos. La alternativa de los sentidos de tráfico ha obtenido 301 sufragios. Mientras, la de mejorar (y mantener, claro) el carril bici y la acera peatonal ha logrado 86 votos. La opción de que el carril para bicicletas y peatonal también fuera acceso en coche para los residentes ha contado con el apoyo de 51 vecinos.

El primer sorprendido por el resultado ha sido el hasta hace unos días concejal de Urbanismo y Participación, Jaume Monfort, de JuGa (es la marca local de Podem), quien impulsó «Mou-te per Gata». Hace días la alcaldesa, Magda Mengual, de Compromís, le retiró la delegación de Urbanismo y él y su compañera de JuGa, Pepa Signes, renunciaron a las otras concejalías y pasaron a la oposición. «No sé bien qué ha podido pasar porque durante las votaciones ya no era yo el concejal responsable. Pero el resultado me sorprende y desilusiona», admitió ayer a este diario.

Monfort confirma que el sentido de los talleres de movilidad era justo el contrario de lo que ha reflejado la consulta ciudadana. «Quizás la gente ha podido estar desinformada y, al votar por los dos carriles, pensaba que habría también aceras. Pero no es así. Esa carretera no da para tener dos sentidos y aceras», precisó.

El caso es que ahora habrá que desmantelar el carril bici, que es uno de los dos tramos que hay en Gata exclusivos para bicicletas y viandantes. Y tenía un importante uso social. Cada día lo utilizaban chavales que iban al instituto en bicicleta y vecinos que paseaban tranquilamente por este vial que está pegado al casco urbano.

El nuevo diseño se sufragará con unos 50.000 euros de plan de inversiones sostenibles de la Diputación de Alicante (a Gata le tocan 160.000 euros). Se volverá a lo de antiguamente, los dos carriles. La consulta era vinculante.

Gata, en movilidad, es un municipio con contradicciones que ahora se hacen todavía más patentes. Los vecinos nunca han querido que se desvíe la N-332 por fuera del pueblo, pese a que lo parte en dos y provoca problemas de contaminación e inseguridad. Que pasen coches significa que los comercios (muchos de artesanía) que están en la travesía de la carretera nacional tengan vida.

Por otra parte, el uso de la bicicleta está muy extendido. Muchos vecinos se mueven por el pueblo dando pedales. Antes que Joan Ribó fuera al Ayuntamiento de València en bici, lo hacía la que fue alcaldesa del PP en Gata, Ana María Soler.