La espectacular regeneración de la Granadella, el paraje litoral de Xàbia que ardió de punta a punta hace ahora 14 meses, se aprecia hasta con los ojos cerrados. Hace un año reinaba el silencio. Como mucho se escuchaba el frufrú de las cenizas arrastradas por el viento. Ahora zumban los insectos, que liban en el brezo de invierno (Erica multiflora). Si se aguza el oído, se intuyen los chillidos agudos de las aves rapaces. La vida ha vuelto a la Granadella.

La montaña está cubierta de un tapiz verde que esconde minúscula vida. Los insectos son claves en la recuperación natural. Ya están trabajando en reconstruir la diversidad de flora de uno de los parajes costeros más valiosos del territorio valenciano (y de los pocos que quedan vírgenes).

Los biólogos, al cumplirse un año del incendio que devastó 812 hectáreas (689 forestales) en Xàbia y el Poble Nou de Benitatxell, ya advertían de que la regeneración era «excelente». El pasado invierno fue bastante lluvioso (incluso nevó). Y la humedad se fue filtrando en los suelos carbonizados. Pero hay otro factor. La Granadella está tocada por la «lluvia horizontal». Es evidente que ese fenómeno no es aquí de la magnitud que, por ejemplo, en Canarias, donde las nubes bajas lo empapan todo. Pero las laderas más umbrosas del paraje de Xàbia sí que amanecen estos días de otoño húmedas de rocío.

Otra bendición es la de los antiguos abancalamientos de muros de piedra en seco. Retienen la tierra. Se han revelado como la mejor barrera posible contra la erosión. La Granadella es abrupta. Pero quienes la transformaron en tierras de cultivo incluso domaron las laderas de los afilados barrancos. Esos bancales son ahora feraces terrazas en las que brotan los arbustos.

A los seis meses del incendio, en una ladera de lapiaz ya surgió una espectacular floración de gladíolos silvestres. Los expertos calificaron ese fenómeno de «curiosidad» botánica. Pero el milagro de la Granadella estaba en marcha. Ahora la huella del devastador incendio permanece en los pinos carbonizados. Pero la cubierta vegetal sí que se ha recuperado de forma espectacular. A ras de tierra, no queda rastro del fuego. Este otoño, además del brezo, florecen la lavanda, el clavellet o la roseta de penya.