Xàbia se hace cruces. Cruces de mayo. Y de flores. La tradición no declina. Sigue viva. «Siempreviva». Sí, porque es esta flor, también llamada sol de oro ( helichrysum arenarium), la que más se utiliza en las cruces de flores con las que los vecinos adornan ahora sus calles. La siempreviva es una flor silvestre de potente color amarillo. Su aroma es penetrante y peculiar: una mezcla de regaliz, curri y romero. Las cruces perfuman Xàbia.

El concurso de las cruces hace años que se dejó de hacer. Ahora son los mayorales de cada año del Nazareno los que las montan. La tradición también ha prendido en el núcleo del puerto. Las cruces tienen su trabajo. Se puede echar mano, claro está, de un florista. Son auténticos monumentos florales callejeros. Pero la gracia es salir al campo y recolectar las vistosas flores de la primavera. Y luego combinar sus colores. La tradición, aunque vinculada en Xàbia a las fiestas del Nazareno, tiene mucho de exaltación de la primavera. También hace vecindad. Es costumbre que los vecinos de la calle arrimen el hombro.