Si tiene mérito volar impulsado por el viento 70 kilómetros desde Bocairent a Dénia, no lo tiene menos encontrar un huequecito en el que aterrizar en el hiperurbanizado litoral de la Marina Alta. Rubén Carbonell, un experimentado parapentista de 28 años, emuló el miércoles a Ícaro. Su vuelo comenzó en Bocairent, su pueblo. «Me lancé desde la ladera de Sant Jaume, en la Sierra de Mariola», explicó ayer Rubén, que pertenece al club de vuelo de Santa Pola. «Tenía previsto aterrizar en algún punto de la costa, pero no sabía exactamente donde», dijo.

El viento lo llevó hasta Dénia. Los vuelos de esta distancia son habituales entre los parapentistas expertos. El récord de España está en 288 kilómetros. Pero lo que sí que es insólito es que un parapentista aterrice en Dénia y en un punto, el Bosc de Dénia, junto al Camí dels Lladres, que, aunque situado en las afueras, sigue siendo zona urbana. El joven descendió con mucha precaución. «Es verdad que Dénia no es una zona de vuelo», admitió ayer. Los vecinos se sorprendieron y alguno de ellos avisó incluso a la Policía Local.

«No puse en peligro a nadie. Eso que quede claro», aseguró el parapentista. Le costó encontrar un descampado. El litoral de Dénia y el de toda la Marina Alta está repleto de urbanizaciones y de chalés. Lo más fácil, si no se es un parapentista experimentado, es acabar dentro de una parcela privada. Pero Rubén tiene muchas horas de vuelo.

«Busqué un descampado. Y en ningún momento pasé cerca de las fincas. Cuando vi un lugar donde podía aterrizar, empecé a descender», relató. «Es más peligroso el vuelo en las playas de los ultraligeros que llevan publicidad que el de un parapente», advirtió.

Mientras recogía el parapente y esperaba a un amigo de Dénia al que avisó para recogerle, llegó una patrulla de la Policía Local. Rubén se identificó y mostró su licencia deportiva y el seguro. «Volar es legal siempre que se respecten unas determinadas alturas. Se lo expliqué a los agentes y lo entendieron».

El joven lamenta que su aterrizaje causara en algunos vecinos cierta alarma. «No puse en riesgo a nadie. Desde el aire, elegí un lugar abierto en el que poder bajar sin peligro alguno». El deportista tomó una foto aérea de Dénia (la que se reproduce) y ha marcado con un círculo verde el punto exacto en el que tomó tierra.

«Las condiciones para volar eran excepcionales. Había mucha claridad y se veía con nitidez Ibiza», apuntó el parapentista, que añadió que cuando se lanzó desde Mariola tenía en mente aterrizar en algún punto entre Calp y Dénia.