Dos playas de Dénia se quedarán al menos hasta bien entrado el verano sin chiringuito, la de la Punta del Raset, que debía tener dos, y les Albaranes. Todas las empresas que optaban a explotarlos han quedado descalificadas. La mesa de contratación del Ayuntamiento de Dénia rechazó ayer las alegaciones que presentaron estas mercantiles y otras también descalificadas (en total 17 ofertas de los negocios de temporada de playa han quedado en la cuneta por irregularidades). Así, de los seis chiringuitos que salieron a subasta, tres no se montarán de momento.

Los que sí podrán ya instalarse serán los de Bovetes, que se adjudicó la pasada semana, y los de Els Molins y la Marineta Cassiana. La mesa de contratación también detectó a empresarios que trataron de amañar la subasta (presentaban varias ofertas con distintas mercantiles), pero en los tres casos se ha salvado una sola firma aspirante, que es la que se ha llevado el gato al agua.

El concejal de Hacienda, Paco Roselló, del PSPV, explicó ayer que la mesa de contratación debe «cumplir a rajatabla la legalidad». «Teníamos que eliminar a los grupos empresariales que incurrían en prácticas colusorias. Los chiringuitos que han quedado desiertos los volveremos ahora a licitar», indicó el edil, que admitió que el plazo para adjudicar los bares temporales de la playa de la Punta del Raset y les Albaranes puede irse a un mes largo.

El concejal también indicó que elevarán un informe a la comisión de defensa de la competencia con los nombres de las empresas descalificadas y la explicación de las prácticas irregulares que llevaban a cabo.

Los amaños que ahora el equipo de gobierno ha cortado de raíz eran el pan nuestro de cada día en el concurso para los servicios temporales de playa (los chiringuitos, hamacas y sombrillas, patinetes o piraguas). Los mismos empresarios se presentaban con firmas diferentes. Pujaban al alza (una de las ofertas ahora descalificada subía a los 94.000 euros anuales de canon por la explotación de un chiringuito). Luego renunciaban a esas ofertas astronómicas y se quedaban con el negocio a precios más bajos. Es una alteración de la competencia y del concurso. Y enmascara el monopolio que existe en estos servicios de temporada. Ahora los empresarios escarmentarán. El gobierno local quiere subastas limpias, aunque suponga que durante un buen trecho de este verano dos de las playas de más furor «chiringuitero» se queden sin estos típicos barecitos.