Fernando del Río decidió defender la felicidad de su hijo con las uñas. Literal. Este padre de Calp afirma en broma que «la culpa» de que colgara en las redes una fotografía en la que él y su hijo Iker, de cuatro años y medio, aparecen con las uñas pitadas la tiene su mujer, Oceanía Ruiz. «Ella estaba trabajando. Si hubiera estado en casa, lo hablamos y me desahogo». Pero decidió difundir la imagen. «Quería que llegara a cuatro padres y que reflexionaran sobre los valores de los niños. Nada más. No esperaba tanta repercusión». Los amigos de Fernando le llamaron para preguntarle si podían compartir la fotografía y su mensaje de tolerancia («debemos dejar a nuestros hijos libertad para que hagan lo que les hace felices sin mirar si son cosas de chicos o chicas»). «Les dije que claro que podían compartirla, que no me daba ninguna vergüenza salir o ir a trabajar con las uñas pintadas». Y la fotografía se hizo viral hasta el punto de que ayer se había compartido más de 25.000 veces.

«Es un juego»

Oceanía y Fernando son padres de los gemelos Iker y Diego. «A Iker le encanta disfrazarse de princesa y maquillarse. Es un juego. No tiene más historia. Los niños van a los cumpleaños y les pintan. Y a todos, que yo sepa, les gusta disfrazarse», explicó el padre. «A Diego, en cambio, le llama más disfrazarse de spiderman y de vaquero. Cada uno tiene su personalidad».

A Iker le gusta que le pinten las uñas. Y más de una mañana, con las prisas, a sus padres no les ha dado tiempo a quitarle el esmalte. En el colegio, en la clase de segundo de infantil, sus compañeros no querían jugar con él porque llevaba las uñas «como una niña». Sus padres se reunieron con los profesores y hablaron con los padres. «Todos fueron muy receptivos», aseguró Fernando.

«Pero un día vino mi mejor amiga a casa y trajo maquillaje para jugar con los niños», indicó el padre. Cuando le dijo a Iker que le iba a pintar las uñas, el pequeño respondió que no y explicó que sus amigos no jugarían con él en el patio. A su padre se le cayó el alma a los pies. «Pero cariño si no haces nada malo. Mira, ahora me voy a pintar yo las uñas contigo», le dijo su padre. Y el pequeño reaccionó con una gran sonrisa. «Sí, se le iluminó la cara».

Fernando e Iker se tomaron la foto y el padre la subió a facebook. «Pensé que la iban a compartir cuatro gatos. Pero se disparó. Llevaba unos cien mensajes y puse que los iba a contestar todos. Pero imposible. He recibido más de siete mil».

«La gente ha respondido muy bien», añade Oceanía. «De esos siete mil comentarios, unos diez son negativos. El resto son historias de padres a los que les ha pasado algo similar, que se sienten identificados y que valoran el gesto de apoyar a los hijos y procurar su felicidad».

Fernando rechaza que sea un «padrazo». «No, el valiente no soy yo; el valiente es mi hijo. Oceanía y yo somos unos padres normales, a los que les preocupa la felicidad de sus dos hijos. No podemos decirle a un niño tan pequeño que deje de hacer algo que le hace feliz. Iker es valiente y tiene personalidad. Me enfadó que pudiera dejar de hacer lo que a él le gusta por los comentarios de sus compañeros».