La sombra de la nueva estación de autobuses de Dénia es alargada. La sombra de la polémica, claro, porque la otra, la que debe hacer más agradable la espera a los viajeros que ahora, en plena solana, acuden a coger el autobús, brilla por su ausencia. Los viajeros se meten bajo el escaso espacio cubierto (sólo hay dos bancos) y buscan la sombra que dan los pocos árboles. Todos reclaman que se coloque un toldo o un techado para tener más sitio en el que cobijarse. Y avisan de que cuando llueva también estarán al raso.