«Hemos escuchado un golpe y hemos bajado a los camarotes. Al principio, no hemos visto nada, pero luego se ha llenado en seguida todo de agua y el barco se ha hundido muy deprisa». Jason, el propietario del yate de 19 metros de eslora que ayer naufragó en el litoral del Portitxol de Xàbia, admitió que tanto él como los otros cinco tripulantes se «asustaron mucho» cuando, sobre las 16 horas, su flamante embarcación de lujo se fue a pique en el Portitxol de Xàbia. «No hemos podido coger nada. Todo ha ocurrido en cuestión de minutos», dijo.

A bordo iban dos matrimonios británicos y sus respectivos hijos, ambos menores de edad. Navegaban por el canal que hay entre tierra y la Illa del Portitxol cuando el casco golpeó contra una roca del fondo marino. Se produjo una gran vía de agua.

Los seis tripulantes pidieron auxilio. No pudieron ni siquiera recoger sus efectos personales. Están de vacaciones y viven en esta embarcación de lujo (su precio ronda el millón de euros), que está atracada en la Marina de Dénia. Los teléfonos móviles y todas sus pertenencias se quedaron dentro del barco hundido. El naufragio se produjo a 250 metros de la orilla de la playa de la Barraca. En seguida acudieron al rescate los socorristas de la Cruz Roja y el policía local que vigila el litoral con una moto acuática. Junto a otra embarcación, pudieron salvar ilesos a los seis tripulantes. Los llevaron a tierra y allí los atendió la familia propietaria del chalé de la Barraca. Le facilitaron a Jason un móvil para que pudiera llamar a la Marina de Dénia y a la compañía de seguros. También les dejaron a todos ropa seca.

Mil litros de gasoil

La embarcación tenía apenas tres años. Su dueño es un experimentado navegante. En el canal en el que se produjo el accidente pasan en verano a diario cientos de embarcaciones. Jason hacía gestiones en la tarde de ayer con una empresa experta en reflotar barcos hundidos. La operación era de emergencia. Los partes meteorológicos anuncian temporal para hoy. El yate lleva en el depósito unos mil litros de gasoil. Se teme que el oleaje pueda arrastrar el barco contra las rocas, hacerlo añicos y producirse un vertido de combustible.