La turística Marina Alta se desangra (demográficamente) por el interior. La despoblación azota a los municipios de la montaña y obliga a cerrar colegios rurales. Los pueblos se quedan sin niños. Ayer mismo el silencio se apoderó de otra escuela, la Ausiàs March de Alpatró, en la Vall de Gallinera. En su entrada, un cartel avisaba de que el centro dejaba de funcionar. El pasado curso estudiaron aquí cinco alumnos. Ahora habían comenzado las clases sólo tres.

Pero ni las familias ni los maestros se lo han tomado como un drama. Los alumnos de Alpatró empezaron ayer a ir al colegio de Benialí, que queda a seis kilómetros. La conselleria de Educación les ha puesto un autobús, que empieza su ruta en Benissili, el nucleo que está más alto en la Vall de Gallinera. La escuela rural de Benialí tiene ahora 19 alumnos. Los que llegan de Alpatró pueden hacer más amigos y tienen a mano con más recursos educativos. Esta colegio cuenta dos maestros y docentes especialistas en las distintas materias.

Agrupar a los niños de este municipio, dividido en ocho pequeños núcleos urbanos, en una escuela es -así lo interpretan los padres y los maestros- empezar a poner los cimientos para que las familias permanezcan en el municipio e incluso regresen las que se han marchado.

El concejal de Cultura, Ignasi Mora, sostuvo ayer que es fundamental que el colegio de Benialí disponga de comedor escolar. El ayuntamiento es propietario de un local que puede habilitar para este uso. Los padres podrán organizarse mejor y conciliar trabajo y niños. El comedor evitará el éxodo de alumnos a colegios que sí tienen este servicio, como son los de Pego, Vilallonga y Planes. «Si esos niños vuelven, podemos estar en unos 30 estudiantes», avanzó el edil.

Para habilitar el comedor, el ayuntamiento medita acogerse al plan Edificant de la conselleria de Educación. El concejal de Cultura también precisó que el consistorio tiene un terreno situado entre Benialí y Benissivà con alcantarillado, agua y luz en el que podría construirse un nuevo colegio. Advirtió de que el nuevo centro eliminaría barreras arquitectónicas (el de Benialí y el ahora cerrado de Alpatró se construyeron hace décadas y hay escalones por doquier) e incorporaría un aula para niños de 2 años.

Que el colegio remonte es clave para suturar la herida demográfica. En la Vall de Gallinera, están ahora censados 594 vecinos. En los últimos siete años, el municipio ha perdido cien habitantes. Los niños alimentan la esperanza de cambiar la tendencia de la despoblación.