Tras el incendio de 2014 que arrasó 444 hectáreas del Montgó y el de 2016 que calcinó 812 en la Granadella, Xàbia se ha quedado corta de bosques. La mayor parte de su superficie forestal se ha volatilizado. El ayuntamiento no quiere más sustos con el fuego y aprieta a los propietarios de masas boscosas para que las limpien y hagan clareos. Pero una cosa es quitar pinos jóvenes que crecen agolpados y que crean bosques impenetrables y otra muy distinta talar árboles adultos y de considerable porte y romper la continuidad de una pinada hecha y derecha.

Antes del verano ya se empezaron a talar pinos en la ladera sur del bosque del Rebaldí, uno de los pocos que le quedan a Xàbia. Esta vertiente da a la planicie de Lluca, al campo de golf y tiene justo enfrente las laderas calcinadas de l'Ombria y les Cansalades (pertenecen ya a la montaña pública de la Granadella). Los pinos serrados se dejaron caer sobre una senda bastante utilizada por excursionistas y ciclistas de montañas. Allí han permanecido durante todo el verano. En las últimas semanas, se han reanudado los trabajos de tala. Se han cortado entre 200 y 300 pinos de considerable porte. Se han apilado en la zona baja de esta ladera boscosa.

Según ha podido saber este diario, el ayuntamiento instó a la empresa promotora propietaria de este trozo de bosque del Rebaldí, que en el nuevo plan estructural tendrá la calificación de suelo forestal (ahora es urbanizable), a realizar un clareo. Los técnicos municipales detectaron que esta masa forestal, aunque bien estructurada, había pasado de frondosa a espesa. Xàbia ha escarmentado con el fuego. Se acumulaba el material vegetal combustible y, además, algunos de esos pinos adultos sufrían déficit hídrico y comenzaban a secarse.

El clareo ha cambiado la fisonomía del bosque. Se está efectuando sobre unos 72.000 metros cuadrados. Se utiliza maquinaria especializada en trabajos forestales. Pero la «limpieza» de masa arbórea ha sido tan contundente que el estrato arbustivo de acebuches, lentiscos o aladiernos ha sufrido daños.

La zona boscosa del Rebaldí, Capsades y la partida más agrícola de Lluca estuvo hace una década sujeta a tensiones especulativas. Inversores compraron terrenos ante la perspectiva de que se ampliara el campo de golf y se construyeran nuevas urbanizaciones. El proyecto del golf no salió adelante. Los nuevos propietarios (hay incluso entidades bancarias) abandonaron las fincas y la vegetación se apoderó de ellas. Ahora se están recuperando cultivos. El Rebaldí, con todo, hace la tira de años que es un bosque consolidado.