El D*na, el festival gastronómico de Dénia, busca y encuentra el equilibrio. En la cocina y en el público. Su segunda edición ha arrancado esta mañana y, al contrario que el pasado año, se puede caminar por el paseo de la playa Marineta Cassiana. Se agradece. El kilómetro litoral que se convierte en un festín gastronómico está repleto de gente, pero sin apreturas.

Quique Dacosta, el alma máter del certamen, ha destacado que "el leitmotiv es celebrar". Planteó a los cocineros desvelar su producto festiche y aquí están los chefs de más postín. "Nos marcamos el reto de no repetir ponentes y lo hemos conseguido. Tenemos una cantera de cocineros y cocineras muy potente", ha subrayado Dacosta. El pasado año estuvieron, entre otros, Joan Roca o Jordi Cruz. Y este les toca a Elena Arzak o Pepe Rodríguez. La nómina de chefs quita el hipo. Y también está lo mejor del terruño.

"Elena Arzak, la mejor cocinera del mundo, ha preferido estar con nosotros para mostrarnos su producto fetiche, el chipirón. Y hay que valorar que ahora está en pleno festival de cine de San Sebastián, pero ha elegido Dénia", ha indicado Dacosta.

El cocinero de Dénia con tres estrellas Michelin también tiene, claro está, sus productos fetiche. "Son la gamba roja, los arroces y los vegetales en toda sus sus expresiones, desde la semilla a la flor".

Las propuestas de los cocineros y artesanos culinarios de Dénia y la Marina Alta triunfan. Y sorprenden. Los hermanos Álvaro y Adrián Verdú, de Postres Gelart, empresa heredera de la histórica Helados Verdú, fundada ne 1953, han dado en el clavo con su helado de gamba roja de Dénia. Es un helado por capas. La base recrea el sabor de la cola de la gamba y en la capa superior está el de la cabeza, de potente gusto a coral y a yodo. "El objetivo era sacarle toda la intensidad a la gamba roja", ha explicado Álvaro Verdú.

El D*na también es intenso. La ponencias y exhibiciones de grandes chefs, que se realizan en dos escenarios, uno de innovación y otro de tradición, se suceden durante hoy y mañana. Dénia, la ciudad creativa de la gastronomía de la Unesco, ya tiene su gran festival, su ventana al mundo. Esa ventana se abre en la playa de la Marineta Cassiana, donde todavía perviven las arquitecturas victorianas de la época del comercio de la pasa. Y se asoma al inmenso mar Mediterráneo.