La imagen revela el apresuramiento, la desesperación de cambiarse a toda prisa e intentar alcanzar un futuro mejor. El acantilado de Xàbia en el que el sábado desembarcaron los diez ocupantes de una patera (dos de ellos menores) sigue salpicado de las prendas mojadas que se quitaron a toda prisa y abandonaron. Los inmigrantes eligieron un tramo de costa escarpado y peligroso, que está entre las calas de la Granadella y Ambolo. Debían saber que aquí hay una pesquera, una ancestral y peligrosa senda. Pero la pesquera es también una ratonera. La Guardia Civil y la Policía Local apresó a todos los inmigrantes. No tenían más salida que la senda-trampa.

El sábado, como ya avanzó este diario, llegaron pateras a Xàbia, Calp (aquí se interceptó a 13 inmigrantes, dos de ellos menores) y al Poble Nou de Benitatxell. Todo apunta a que estas precarias embarcaciones se hicieron a la mar desde un barco nodriza. Los inmigrantes ya no buscan calas recónditas para desembarcar. Lo hace en escarpados y peligrosos acantilados. Tras jugarse la vida en el mar, se exponen a despeñarse. La tierra prometida es así de áspera.