Xàbia ha escarmentado con los incendios. Quiere pararle los pies al fuego. Y echa mano de la última tecnología. Los voluntarios de Protección Civil, acompañados de la concejala de Seguridad, Pepa Gisbert, y del alcalde, José Chulvi, probaron ayer los cañones contra el fuego. Lo hicieron en la Granadella, el paraje litoral que en septiembre de 2016 sufrió un incendio que devastó 812 hectáreas.

Los 12 cañones y las 6 bombas que se llegaron a disparar simultáneamente crean un frente contra el fuego. No son un dispositivo de extinción, sino de prevención. Los cañones se alimentan de bolsas de agua (habitualmente piscinas) y disparan para refrescar el terreno y frenar el avance de las llamas. La prueba se hizo absorbiendo agua de la balsa de extinció que está en la zona de la Granadella que linda con la urbanización del Tossalet.

En marzo se hará un simulacro completo con agua de las piscinas. El dispositivo de los cañones forma parte del plan contra incendios que ha puesto en marcha Xàbia para evitar catástrofes como la citada de la Granadella o la de la Plana y el Montgó de 2014 (ardieron 444 hectáreas).