Un millar de personas salió ayer a la calle en Pego para exigir que se salvaguarde la naranja valenciana. Los cítricos se han quedado en el árbol. En la Marina Alta, predomina el minifundismo. Los padres han dejado a los hijos un pedazo agrícola. Y ahora no le sacan ninguna rentabilidad. Al contrario, el campo es una ruina. El alcalde de Pego, Enrique Moll, llamó a no resignarse: «Los agricultores pensamos que el próximo año nos irá mejor, pero nos va peor, y ya tenemos que hacer algo».
La convocatoria de ayer era de carácter comarcal. Sin embargo, reunió a menos gente que la que tuvo lugar hace unas semanas y que era sólo de Pego. Algunos de los asistentes lamentaron que los agricultores de la Marina Alta no hagan más piña. Sí que asistieron una treintena de concejales y alcaldes de la comarca. El manifiesto por la defensa de los agricultores lo secundaban l'Atzúbia, Beniarbeig, Benidoleig, El Verger, Els Poblets, Jesús Pobre, Ondara, Pedreguer, Pego y Xàbia. Exigía que la Unión Europea y España se pongan serios con el control de los cítricos que llegan de Sudáfrica. Incidía también en que la supervivencia de la naranja valenciana depende de que se tomen «medidas compensatorias» para los productores de aquí y se suspendan las importaciones hasta que se garanticen unas relaciones comerciales «equitativas» y con garantías de que no lleguen plagas.
