Bastaba con arrimar la oreja al pálpito de la naturaleza. Alcalalí ha convertido la floración de los almendros en un festival cultural y turístico de primera. Este fin de semana ha acabado la cuarta edición de «Feslalí, Alcalalí en flor». Y los más de 10.000 visitantes que se han arrimado estos días a este pueblo de la Vall de Pop confirman que esta fiesta, que combina paisaje, gastronomía, cultura y reivindicación de la almendra, es ya la cita imprescindible del mes de febrero en la Marina Alta.

El Feslalí cumple, además, el objetivo de recuperar la autoestima de unos agricultores que ahora también le tienen que plantar cara a la plaga de la Xylella Fastidiosa. Se han agrupado en la SAT Llauradors d'Alcalalí y están dando a conocer y comercializando la almendra autóctona. La marca que han creado es «Flor d'Alcalalí». Este año ha triunfado la leche de almendra. La presentaron en el festival y todos los litros que produjeron (los prensó el heladero de Pedreguer Palacio) volaron. La leche de almendra «Rumbeta», que tiene la frescura de la horchata, ha seducido también a los cocineros. Es un producto que tiene un enorme potencial en los postres.