Una clienta entró hace unos días en «Armell», una tienda de pequeños electrodomésticos, menaje del hogar, artículos de regalo... Y se quedó maravillada. Conversó con su dueño, Joaquín Armell, y éste le contó que este comercio del casco antiguo de Xàbia cumple ahora nada menos que 96 años. La clienta pidió permiso a Joaquín para difundir en las redes sociales el felicísimo aniversario de un comercio de «los de toda la vida». Y, a partir de ahí, se ha corrido la voz. Joaquín y su esposa, Vicenta Rodríguez, son tan modestos que no le habían dado bombo a la efeméride. Eso sí, el dueño hace un descuento a todos sus clientes y les dice sin darse ninguna importancia: «Es que este año cumplimos 96 años».

«Es un orgullo, por supuesto, que la gente nos valore. Los residentes extranjeros entran mucho, compran, les gusta el trato personal y luego nos preguntan que dónde pueden ir a comer en el casco antiguo. Y vuelven y nos dan las gracias porque les ha gustado el sitio que les hemos recomendado», explicó ayer a Levante-EMV Joaquín Armell.

Él es la tercera generación de este negocio familiar. Lo puso en marcha su abuelo Joan, que trabajaba de encargado de la luz en Xàbia. «Era marinero, pero a mi abuela le daba miedo que todos los días saliera a la mar», rememora el actual propietario. Joan trabajó luego para la compañía eléctrica Vázquez y Cornejo. Pero no era lo suyo ir de casa en casa cobrando la tarifa de las bujías. Joaquín conserva algunos de aquellos recibos.

De ahí que Joan decidiera abrir la tienda de componentes eléctricos. De esa primera época, es la bombilla que Joaquín guarda como oro en paño. «Cuando sale en la televisión la bombilla que lleva encendida en un parque de bomberos de Estados Unidos más de cien años, yo me acuerdo de ésta. Es de principios del siglo XX y todavía funciona».

La primera tienda estuvo en el Carrer Major. Luego se trasladó a la Casa Bover, enfrente del mercado. Y más tarde se mudó a lo que hoy es el Central Cinema. «Allí nací yo», recuerda el actual dueño. Ya entonces se encargaban del negocio sus padres, Joan Armell Lon y Teresa Benavent Catalá. La tienda regresó más tarde al Carrer Major. «Aquí llevamos ya unos 50 años. Nos fuimos adaptando a lo que necesitaban los clientes. Incorporamos pequeños electrodomésticos y artículos de regalo. Las listas de regalo funcionaban muy bien, pero desaparecieron de la noche a la mañana y nos tocó reinventarnos de nuevo». Joaquín, que el próximo mes cumplirá 70 años, ni se plantea cerrar. «¿Qué si la tienda llegará a los cien años? Si Dios nos da salud, sí. Yo voy a seguir aquí todo lo que pueda porque es lo que me gusta y le tengo mucho cariño a la tienda».

«Nos ha dado para vivir sin echar las campanas al vuelo y para pagar los estudios de nuestros hijos», afirma este comerciante, que defendió que los negocios de proximidad dan vida a un pueblo. Él es un vendedor tan amable y honesto que hace incluso de defensor del consumidor. A los clientes les dice que se guarden la garantía y que no duden en volver si el producto falla.