«Estaba mal visto que las falleras mayores tuvieran novio». Enriqueta Agulles, que fue fallera mayor de Centro en 1969, pone el foco en la lucha de la mujer en una fiesta, la de las Fallas, en la que durante años el hombre ha llevado la voz cantante. Y recuerda vivamente los comentarios de desaprobación que se escuchaban en la ofrenda cuando desfilaba una fallera mayor que ya se había echado novio. «Se le decía que era una fresca».

El testimonio de Enriqueta retrata muy bien cómo ha evolucionado la fiesta, la sociedad y el papel de la mujer. Aparece en el documental «Les Falles a Dénia, 1966-1991», realizado por Estudio 8 y el Centre d'Estudis Fallers. Se presentó el martes. Y recupera la memoria de las décadas en las que se fueron constituyendo las actuales comisiones (las primeras fueron las de les Roques, Baix la Mar, Centro, Oeste y luego Saladar). Las Fallas han cambiado una barbaridad. Pero en esos años ya se atisba una celebración muy reconocible y que dista de la de los tiempos heroicos.

Las Fallas cumplen ahora 90 años. Pero sus antecedentes hay que rastrearlos en los años 1890-91. El historiador Toni Reig ha hallado unas diligencias judiciales abiertas por un juez recién destinado a Dénia y al que le tiraron un cohete y se lo tomó tan a la tremenda que inició un procedimiento por uso ilegal de material pirotécnico.

No obstante, la fecha fundacional es 1929, cuando la Unió Fallera El Tró plantó falla en el Carrer Independència (ojo con que otro juez acabado de llegar tropiece con esta calle), hizo llibret y creó una comisión.

Los autores del documental que abraza el periodo de 1966 a 1991 admitieron que disponían de más de 600 posibles testimonios. Han tenido, claro está, que seleccionar. Bonfilia Mezquida, que fue fallera mayor de les Roques, evoca en el documental que en esa década de los 60, cuando las Fallas volvían a resurgir, costó mucho crear las comisiones y plantar las fallas. «Era una nueva época y no había nada».

Mientras, otros precursores, como Antonio Gutiérrez, de Centro, o Miquel Forna, de Oeste, advirtieron de que al principio eran un grupo de amigos que no se lo pensaron mucho. «Dijimos 'xé, perquè no fem falla', y así empezó todo», indicó Gutiérrez.

«Un día vino un vecino que era zapatero y me dijo 'Manolo, que han vuelto a hacer fallas', y pensamos que nosotros también queríamos recuperar la fiesta», relató Manuel Marco, de Baix la Mar.

Y así, pensat i fet, Dénia retomó su historia fallera. Hoy hay once comisiones y ningún vecino es ajeno a la fiesta. Unos se implican hasta la médula y otros no tanto, pero todos viven las Fallas.

El documental tiene una factura técnica magnífica. El Centre d'Estudis Fallers, creado en 2016, sigue recuperando la memoria de una celebración que en estos últimos años está apostando fuerte por la historia y la cultura.

Los más de 17.500 visitante que este año han pasado por la Exposició del Ninot, que tenía el atractivo de inaugurar la recién restaurada lonja de pescadores, confirman que las Fallas son más que el fuego efímero y el cohete que pega un esclafit y punto.

La fiesta tiene recorrido. Es historia. Documentales como el estrenado ahora recuperan la memoria oral. Esos testimonios ya quedan para siempre.