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Hallazgo

La antigua fábrica de juguetes de Dénia que se levantó para los carruajes de Felipe III

Un proyecto gastronómico del empresario Federico Cervera rescata la majestuosa arquitectura que escondía un almacén sin protección arqueológica

La antigua fábrica de juguetes de Dénia que se levantó para los carruajes de Felipe III

Basta con arañar la piel urbana de Dénia para que asome la milenaria historia de la ciudad (la Dianium romana y la Daniya islámica). Pero la ciudad tiene tamaña riqueza histórica que los hallazgos también se dan en inmuebles repletos de telarañas y desdeñados en los catálogos de protección. El empresario de hostelería Federico Cervera está ahora transformando la antigua fábrica de juguetes de madera de José Monllor Llinares, situada en la calle Pont, en el corazón del barrio marinero de Baix la Mar, en un gran complejo gastronómico.

El edificio carecía de protección. Pero este empresario, un mecenas de la arqueología urbana que no se da pisto (sus restaurantes han respetado y recuperado elementos patrimoniales de gran valor), llamó al director del museo de Dénia, Josep A. Gisbert. Quería que el experto echara un vistazo. Gisbert confiesa que se quedó «maravillado». Los arcos rebajados, sus molduras cuadradas y la calidad de la traza arquitectónica no correspondían a la de un humilde taller fabril de juguetes de principios del XX que antes había sido también almacén portuario y de la pasa.

En cualquier caso, el edificio, al estar ligado a dos épocas doradas de Dénia, la de la exportación a medio mundo de la pasa y la de la industria juguetera, ya merecía protección. Y ahora se ha confirmado que el almacén también está vinculado a otra edad de oro de Dénia, la del Duque de Lerma, cuando la ciudad recibió la visita del rey Felipe III en 1599 (ese año estuvo dos veces acompañado de Margarita de Austria, con la que se acababa de desposar) y en 1604 (acudió con toda su cancillería).

Gisbert consultó el descubrimiento con el historiador del arte Ángel Campos-Perales, especialista en la Dénia del duque de Lerma. Y entonces encajó todo. Este investigador le comentó a Gisbert que estaba transcribiendo unas fuentes históricas en las que se aludía a un edificio construido para alojar los carruajes del rey en una cuarta visita que nunca se produjo, ya que Felipe III falleció en 1621.

«El edificio, sobre todo en las dos primeras crujías, es un magnífico ejemplo de la arquitectura clásica que impulsa la monarquía y la nobleza durante los reinados de Felipe II y Felipe III. Se nota la mano de buenos maestros de obra y buenos picapedreros. Esta arquitectura es emblemática en la historia del que fue arrabal de la mar», destacó el director del museo de Dénia, quien data el inmueble entre 1580 y 1620. No llegó a cumplir ese uso de cocheras y guarda de carruajes reales. Su traza, eso sí, entronca con la del palacio que es el actual ayuntamiento, con los conventos dianenses y con el periodo renacentista del castillo.

El director del museo de Dénia reivindica esa práctica arqueológica de contrastar los hallazgos y la documentación y cartografía históricas. Así se ha podido descifrar el misterio de los arcos, molduras y sillares de calidad muy superior a la de los humildes almacenes y talleres fabriles.

El inmueble renace ahora como centro de gastronomía. Por suerte, las obras de restauración las ha llevado a cabo un empresario con sensibilidad por el patrimonio. Federico Cervera sabe que la historia de Dénia da sentido y valor a los nuevos proyectos. Otro podía haber reducido a cascotes un emblemático almacén que ha tenido muchas vidas. Ha participado en todos los esplendores de la ciudad desde la época de Felipe III. Está vinculado a la pasa y a la industria del juguete. Y ahora resucita con la hostelería, el maná de esa nueva Dénia que es ciudad creativa de la gastronomía de la Unesco.

Cuando se inaugure ese centro gastronómico, se presentará un programa de difusión histórica. Se analizará cómo ha evolucionado un edificio que también tiene un pasado enterrado. Aquí se ha documentado la muralla andalusí. Además, en el lienzo «Embarque de los moriscos en el puerto de Dénia», de Vicent Mestre, que plasma la cruel expulsión de 1609, se ve con claridad el inmueble (está junto a los astilleros) que años después se reformaría para alojar los carruajes reales y que luego sería almacén portuario, de la pasa y una de las fábricas más emblemáticas de la floreciente industria de los juguetes de madera de Dénia.

Pocos edificios han tenido una historia tan dilatada y provechosa. Éste de la calle Pont permite dibujar todos los esplendores y decadencias desde finales del siglo XVI.

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