La tromba de agua que inundó la Marina Alta deja cientos de historias de pánico y angustia, de rescates "in extremis", de desesperación por los daños en viviendas, comercios y coches y de infinito agradecimiento a los cuerpos de seguridad y a los voluntarios. María José, Estela, Maite y Ramona, cuatro amigas de Castelló que decidieron pasar sus vacaciones de Semana Santa y Pascua en Xàbia, han vivido todo eso. Y más. Han descubierto las catacumbas (y de forma literal) del turismo. Incluso la luminosa Xàbia tiene un oscuro sótano turístico.

Las cuatro turistas alquilaron en una web de alojamientos turísticos un apartamento aparentemente excelente. Estaba situado en el meollo de la playa del Arenal. Era cierto. Pero estaba unos cuantos metros bajo tierra. Y era estrechísimo. Cuando llegaron, descubrieron, horrorizadas, que iban a pasar las vacaciones en un sótano. Y para moverse en ese minúsculo apartamento debían hacer peripecias. Fue el primer disgusto. Y el domingo el tiempo se volvió loco. Empezó a diluviar. "Sobre las 11 de la noche, el dueño tocó a la puerta y nos dijo que saliéramos porque aquello se inundaba. Por suerte, teníamos las maletas hechas", relata María José. El agua empezó a subir a toda prisa. Llegó hasta el techo.

Las amigas relatan que una chica que se alojaba en otro de los apartamentos subterráneos se salvó de milagro. Dormía y no se enteró que el agua subía y subía. "Cuando se despertó, tuvo que salir nadando. Si tarda un poco más se hubiera ahogado".

Las cuatro turistas se refugiaron en la terraza elevada de un restaurante. Todo a su alrededor se inundaba. Estaban atrapadas. Esperaron y esperaron. "Sobre las 3 de la madrugada llegó un coche de rescate". Sí, era de Protección Civil. Los rescatadores las llevaron al albergue provisional habilitado por la Cruz Roja, donde hicieron noche junto a otras 85 personas.

"Vamos a denunciar al dueño de los apartamentos. Ha puesto en peligro nuestras vidas", afirman las amigas. Este diario estuvo ayer en la zona y, efectivamente, esos pisos situados en un sótano están anegados hasta el techo. En la Xàbia del turismo de calidad, también hay una realidad subterránea.