La noche de la gran pegada. Sí, puede sonar un poco a club de la lucha. Pero todo transcurrió de forma muy pacífica. Hay pueblos, como Xàbia, en los que incluso se ha institucionalizado lo de posar todos los candidatos juntos y bien avenidos. Luego miden fuerzas en la tropa que se arremanga para pegar carteles, en el tamaño de las fotos y en lo acertado de los eslóganes. Un pugilato silencioso.

Es divertido observar cómo los candidatos se miran de reojo mientras unos y otros pegan sus primeros carteles. Incluso se preguntan si el rival ha recurrido más o menos al fotoshop. Importa más la imagen que el lema. En Xàbia, por ejemplo, PSPV y PP compiten con caras frescas y resplandencientes. José Chulvi y Rosa Cardona dan bien en el primerísimo primer plano. Luego el líder socialista, que parte con el listón por las nubes (las últimas elecciones obtuvo una mayoría absolutísima de 14 ediles), presume de corazón ("la Xàbia que estimes"), y la candidata del PP, Rosa Cardona, apuesta por un "100% Xàbia" que pone el foco en porcentajes y números. Es el eterno debate: ¿sentimiento o gestión?

Eso sí, lo que parece claro es que funcionan mejor los carteles de los políticos que dan (o ponen) la cara. Lo de otorgar todo el protagonismo al equipo está bien, pero los vecinos quieren ponerle rostro al alcalde y a los aspirantes. Desde el mítico "hope" de Obama, está todo inventado. Los electores quieren mirar a los ojos a los políticos.

La campaña arranca en la Marina Alta con el PSPV envalentonado por los excelentes resultados de las generales y las autonómicas. Hace cuatro años ya inició con Compromís el cambio. A los socialistas sólo se les adivina un enemigo, la autocomplacencia. En Dénia y Xàbia, con líderes tan solventes como Vicent Grimalt y José Chulvi, corren el peligro de no hacer un pelín de autocrítica. En Dénia, PSPV y Compromís han liderado una transformación urbana histórica. Han recuperado espacios para los peatones y emblemáticos edificios culturales (la lonja o la nueva biblioteca). ¿Se atreverán en campaña a plantear la peatonalización de Marqués de Campo?

En Xàbia, Chulvi tiene el listón altísimo. Logró hace cuatro años una mayoría irrepetible. Las elecciones medirán el posible desgaste de gobernar sin la tensión de una oposición fuerte que te apriete las clavijas. Los socialistas también corren el peligro de anunciar proyectos y más proyectos cuando la anhelada piscina o el auditorio (la primera adjudicataria dejó las obras empantanadas) todavía están por hacer.

El PP, además de enfrentarse a la fragmentación del voto de la derecha (Ciudadanos y los independientes le comen terreno, mientras que las candidaturas de Vox son todavía anecdóticas), ha perdido a líderes potentes, como el calpino César Sánchez y el teuladino Carlos Linares. Sus nuevos líderes (mujeres en Dénia, Calp, Xàbia o Benitatxell) tiran de un partido deprimido. Los últimos feudos a defender son Calp y Teulada, además de pueblos del interior en los que Compromís avanza con fuerza.

En la izquierda, Compromís y Podemos se disputan el mismo espacio electoral. Los valencianistas están más asentados. Y crecen. La Marina Alta es uno de sus bastiones. Tienen alcaldes con tirón como el de Pedreguer, Sergi Ferrús. Mientras, Podemos busca diferenciar su discurso con la defensa del medio ambiente y la crítica a ese nuevo urbanismo que sin ser tan feroz como el de la "burbuja" está poco a poco ocupando los últimos espacios libres de la playa de les Marines de Dénia o los acantilados de Xàbia.