No hay un faro igual a otro. Los navegantes deben distinguirlos a un golpe de vista. Es básico para que se orienten. Lo dice un experto en la materia, Antonio Fontes, responsable de los dos faros de Xàbia, el del Cap de la Nau y el del cabo de Sant Antoni. Este último, deshabitado desde hace más de 25 años, pero en pleno funcionamiento, lanza un potente chorro de luz que llega a más de 30 millas de distancia. Esa luz se verá ahora en Europa.

La candidata socialista al Parlamento Europeo, Inmaculada Rodríguez-Piñero, se comprometió ayer a reclamar en Bruselas subvenciones para rehabilitar este faro, que se encendió en 1855, y convertirlo en centro de interpretación de la reserva marina del cabo de Sant Antoni y en centro de recepción del parque natural del Montgó.

Rodríguez-Piñero ya avanzó que este proyecto, por su faceta de concienciación y educación ambiental, abunda en una de las grandes preocupaciones de la Unión Europea, la lucha contra el cambio climático.

«Este faro es una maravilla y me voy a implicar a fondo en lograr ayudas», manifestó, al tiempo que subrayaba que es importante que el delegado de la Comisión Europea en España visite el cabo de Sant Antoni y conozca «in situ» sus valores naturales y culturales.

Rodríguez-Piñero recalcó que el proyecto de centro de interpretación de la reserva marina encaja perfectamente con el compromiso de la UE de «luchar contra el cambio climático y preservar la naturaleza».

El alcalde de Xàbia, José Chulvi, del PSPV, quien opta a la reelección, dejó claro que el ayuntamiento va a necesitar que la Unión Europea arrimen el hombro. El consistorio ha conseguido que la Autoridad Portuaria (depende del Ministerio de Fomento) le ceda al faro. Una arquitecta ya está redactando el anteproyecto del centro de interpretación. El coste de la rehabilitación es «elevado», adelantó el munícipe.

Chulvi recordó que hace unos años surgió en Xàbia el movimiento cívico «Que no pare la llum del far». Un empresario había pedido una concesión para transformar el edificio en un hotel. Los vecinos y el ayuntamiento se movilizaron para defender el uso público del faro.

Antonio Fontes defendió ayer la función de esta linterna que guía a los marinos. «Mientras tengamos ojos en la cara y nos dé por navegar los faros serán necesarios», dijo. En el del cabo de Sant Antoni, llegaron a vivir dos familias (hay una vivienda en el ala norte y otra en la sur). El edificio cuenta con un patio con aljibe. A la torre se sube primero mediante una escalera de caracol y luego por dos tramos de escaleras de metal.

«Este faro es uno de los más duros para vivir», dijo el experto. El viento, sobre todo el Levante, sopla con furia. Ese vendaval sin tregua puede llegar a ser desasosegante; una tortura. Junto al faro está el edificio del Semáforo, que pertenece a la Sociedad Estatal de Correos y Telégrafos. Xàbia también aspira a lograr la cesión.