"Estos pueblos se van a pique a toda prisa". A Pascual Gomis, de 82 años, le sale del alma esta reflexión. Pascual y Gabriel Frau, de 74 años, han sido los primeros vecinos que han depositado su voto en la Vall d'Ebo, un pueblo que por la pérdida imparable de población (224 habitantes en el último censo) baja ahora de 7 a 5 concejales. Además, estas son las primeras votaciones en las que se elige de forma directa al candidato. Se presentan dos listas, la del PSOE y la del PP, y los 202 electores han de marcar con una cruz el nombre de 4 candidatos. El que más votos obtenga será proclamado directamente alcalde.

"Yo vi cómo se construía esta escuela", afirma Gabriel, quien coincide con Pascual en que la Vall d'Ebo es un pueblo que "pierde vida". El colegio cerró hace cuatro años. Es la pescadilla que se muerde la cola: el municipio se queda sin escuela porque no hay niños y las familias se marchan porque no hay colegio. Esta mañana ese edificio sí está abierto: para votar. El primer vecino no ha querido hacerse la foto. Tenía prisa. Los siguientes han sido Gabriel y Pascual. A las 9.05 ya habían ejercido su derecho.

"Lo que tenemos aquí, nuestra herencia, se va a perder. Nuestros hijos se han marchado. A partir de Pego, ya es otra cosa. Ya hay actividad. Pero aquí, en la montaña, las familias no tienen futuro", apunta Pascual. Mientras, Gabriel recuerda que él en el año 63 también hizo las malesta. Se fue a París, donde vivió y trabajó durante 31 años. "Pero volví a la Vall d'Ebo. Regresé a mi pueblo".

De los 202 electores que están llamados hoy a votar en este municipio, 20 son residentes extranjeros. En otros pueblos de la Marina Alta, la sangría de población se equilibra con la llegada de jubilados del norte de Europa. Pero no es el caso de la Vall d'Ebo. En el último censo, bajó de 232 a 224 habitantes. El municipio tiene 6,9 habitantes por km2. Es la densidad de población más baja de la comarca.