Los bañistas de Ambolo son obstinados. El Ayuntamiento de Xàbia cerró hace unas semanas con una contundente valla el acceso a esta cala. Los turistas ya han roto esa barrera que asemejaba infranqueable. Han utilizado unas tenazas para cortar los alambres y abrir un pasillo por el que colarse en un litoral que se cae a trozos. La valla y los carteles que advierten del riesgo de desprendimientos hacen efecto. Disuaden a muchos bañistas. Pero a otros no hay forma de pararlos. Se cuelan en la playa. Y ahora están incluso más a sus anchas. Ambolo se ha convertido en el refugio de los bañistas insensatos.

Las lluvias torrenciales del pasado mes de abril destrozaron esta cala de Xàbia. Provocaron avalanchas de piedras. Una sepultó el pequeño mirador en el que arranca la senda escalonada que lleva hasta la playa, la única nudista del municipio. Las rocas que cayeron del acantilado también rompieron las redes de protección.

Esta cala lleva clausurada desde septiembre de 2006. Pero en verano han seguido bajando miles de bañistas. El ayuntamiento colocó carteles que advertían del cierre y del peligro de desprendimientos. El pasado verano ya se puso un poco más serio. La masificación era tal que los coches aparcados en la calle de acceso impedían que entraran ambulancias y vehículos de emergencias. Llegó a pasar que a un bañista accidentado se lo tuvo que subir a pulso en camilla haciendo relevos dado que hay un buen trecho a pie y está empinado.

El consistorio se curó en salud hace unas semanas. Después del destrozo causado por las lluvias de abril, era necesario tomar medidas más contundentes, garantizar la clausura de este tramo litoral. En el inicio de la calle, instaló una barrera que actúa como control de acceso (sólo se permite entrar en coche a los residentes). Y en el inicio de la bajada a la cala, se colocó una valla de alambre. Los bañistas ya la han roto. Al otro lado de la valla se la juegan. Pero hay turistas que se sienten poderosamente inclinados a saltarse las prohibiciones.