Las calles del centro histórico de Xàbia fueron un hervidero de gente. Más de 12.000 personas acudieron a saltar els focs de Sant Joan, un ritual que nace de los ritos paganos del solsticio de verano. La fiesta comienza a medianoche. Ahora está de moda lo de las hogueras en la playa. Pero els focs de Xàbia son más antiguos y abiertos. Aquí participa todo el pueblo. Llegan vecinos de otros municipios. Se suman también cientos de residentes extranjeros. Los participantes le dan la vuelta al pueblo saltando fogatas. Las llamas alcanzan al principio una altura considerable. Los más valientes no las saltan, sino que las atraviesan. Dan un brinco enorme y cierran los ojos. La mayoría, no obstante, opta por la prudencia. Espera que el fuego pierda fuerza y, como mucho, corre el riesgo de quemarse los camales. La liturgia se completa con la gran hoguera de trastos viejos (puro exorcismo) y el correfoc.

La fiesta, declarada de interés turístico, transcurrió sin incidentes. Los sanitarios sólo realizaron alguna cura. Un acontecimiento de esta dimensión requiere de un dispositivo de seguridad de primera. Participaron Policía Local, Protección Civil, bomberos de Dénia, Cruz Roja y bomberos voluntarios de Balcón al Mar. Los participantes no se agobiaron. Pronto o tarde, todos saltaban los fuegos. Y mejor hacerlo tarde, ya que las llamas no asustan y los deseos se cumplen igual.