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Mejoras

La transformación de la Cova Tallada: más segura y sin agobio de visitantes

La obligación de la cita previa disuade a los senderistas que improvisaban la excursión y abarrotaban un paraje litoral

La transformación de la Cova Tallada: más segura y sin agobio de visitantes

La regulación del acceso a la Cova Tallada (ahora es imprescindible la reserva previa y hay cupo de visitantes) ha sido mano de santo. La gruta litoral de Xàbia se ha sacudido la masificación. Las redes sociales influyeron en que llegaran excursionistas en tropel. La muchedumbre amenazaba ecosistemas frágiles como el de los vermétidos, los pequeños moluscos que viven en la orilla, en esa franja a veces sumergida y a veces emergida que los expertos llaman el mesolitoral. Ahora, el solo anuncio de que a partir del 15 de junio era obligatorio reservar para visitar la cueva ha surtido el efecto de disuadir a los senderistas que improvisaban la excursión y abarrotaban uno de los enclaves litorales más bellos de la Comunitat Valenciana.

Para saber si la restricción de 71 visitantes simultáneos está funcionando lo mejor es bajar a la Cova Tallada. Y la hora para cerciorarse de que la limitación se cumple es entre las 12 y las 13, la franja en la que en los últimos veranos aquello era un tremendo agobio. Más parecía una playa que una gruta a la que se llega tras darse una buena caminata o en kayak. La ruta a pie o a remo comienza siempre en les Rotes de Dénia.

Y, sí, la Cova Tallada respira. Es evidente que no todos los excursionistas cumplen el protocolo de la cita previa. Pero la regulación ha aligerado la insoportable presión humana que sufría este paraje natural y cultural.

Además, la brigada del parque natural del Montgó ha mejorado y hecho más segura la senda que arrancan en les Rotes y lleva hasta la cavidad. Ha actuado en los tramos más peligrosos.

La dirección del Montgó tenía claro que, al tiempo que se limitaba el acceso, había que acrecentar la seguridad de la senda. Los excursionistas que acceden con la obligatoria cita previa caminan ahora con paso firme.

En el punto desde el que ya se encara el difícil acceso a la cueva se han colocado cuerdas para delimitar bien el linde del acantilado. Además, ahora ya sólo se entra a la gruta por su flanco norte, el que va a ras de mar. Hay otra entrada desde la misma bóveda de la cavidad. Se desciende agarrándose a salientes de roca. No está señalizado ni existe ya oficialmente. Otros veranos los propios excursionistas colocaron aquí una precaria cuerdecilla. La gruta ha ganado en seguridad. Y ya no parece aquello una boca de metro en hora punta.

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