Isabel, de 77 años, todavía está conmocionada. "Me asusté mucho; creí que era un terremoto", ha afirmado esta mañana tras volver a su vivienda del edificio París de Dénia. Sobre las 2 de la madrugada, la amplia terraza de esta casa, un primer piso, colapsó por completo. El hundimiento ha destrozado los dos locales comerciales que están bajo esa estructura que se ha venido abajo.

Isabel, como tantas otras noches, se había quedado dormida en el sofá mientras veía la tele. Se despertó sobresaltada. El estruendo fue terrible. Ha explicado que todo el comedor estaba ya repleto de polvo. Al principio, desconcertada, no sabía que había pasado. Pensaba que era un terremoto. Llamó en seguida a sus hijos. Al asomarse a la ventana, vio que el suelo de la terraza había desaparecido. No quedaba nada. Abajo sí había un gran amasijo de escombros.

Los servicios sanitarios atendieron a Isabel, dado que sufrió un ataque de nervios y de ansiedad. Ha pasado la noche en casa de su hija. "Todavía estoy asustada", ha comentado esta mañana al regresar a su casa. Ella suele salir a coser a la terraza. Por las mañanas, la limpia. La familia ha rechazado categóricamente que tuvieran una piscina hinchable llena de agua. Allí sólo había una mesa y unas sillas de plástico y una pequeña nevera en una esquina. La terraza se ha venido abajo por un problema de desgaste estructural.

Acudieron en seguida la Policía Local y los bomberos, que sanearon la estructura y realizaron una primera revisión. Los dos locales cuyo techo se ha derrumbado estaban cerrados. Uno sí lo utiliza un bar próximo como almacén. Aproximadamente una hora antes dos empleados habían estado allí recogiendo género.

El arquitecto municipal ha inspeccionado las terrazas y los locales paredaños. Ha descartado que exista peligro de derrumbe. Sí se ha precintado la fachada de un banco colindante, pero dentro hay actividad normal. Al otro lado hay otro banco. El local se reforzó recientemente con vigas de hierro.

La finca tiene 44 años de antigüedad. De la terraza que se ha hundido no queda nada. El lavadero exterior ha quedado partido. Los azulejos del suelo están suspendidos en el aire. El arquitecto ha descartado que el resto de la vivienda sufra peligro de colapso.