Milagro. Esa fue la palabra más repetida ayer en Dénia. Los vecinos del edificio París, construido hace 44 años, y del céntrico Passeig de Saladar, se llevaron un tremendo susto cuando a las dos de la madrugada colapsó una amplia terraza (tenía unos 20 metros cuadrados) de una vivienda. Dos locales comerciales quedaron totalmente sepultados. Destrozados. Uno de ellos se utiliza como almacén de un bar próximo. Apenas una hora antes dos empleados habían estado allí recogiendo género.

Mientras, en la vivienda del edificio París cuya terraza se vino abajo con gran estrépito, vive Isabel, de 77 años. Ayer, tras regresar a su casa, todavía tenía el susto en el cuerpo. «Estoy temblando. Pensé que era un terremoto», explicó a este diario.

Como muchas otras noches, Isabel se había quedado dormida en el sofá mirando la televisión. Se despertó más que sobresaltada por el estruendo. Su hija explicó que lo primero que le sorprendió fue que la casa estaba llena de polvo. Isabel creía que la tierra había temblado. Se asomó a la ventana y vio que su amplia terraza ya no estaba allí. Subía la polvareda. Abajo todo era un amasijo de escombros. El forjado se vino abajo de golpe.

La vecina llamó inmediatamente a sus hijos. Del susto sufrió una crisis nerviosa y de ansiedad. La atendieron los servicios sanitarios. Hizo noche en casa de su hija. Los vecinos de las dos viviendas paredañas también fueron desalojados.

En seguida llegaron patrullas de la policía local y varias dotaciones de bomberos, que sanearon una estructura que cedió de puro desgaste. No sostenía más peso que el de una mesa y varias sillas de plástico, un tendedero y varias macetas.

El arquitecto municipal inspeccionó a primera hora de la mañana de ayer las terrazas y los locales comerciales que hay abajo. Los únicos que quedaron precintados fueron los dos destrozados por el desplome. Los seis vecinos desalojados pudieron regresar a sus casas. Una terraza colindante sí presentaba una fisura y se recomendó a los residentes del piso que no salieran.

Isabel disfrutaba de su espléndida terraza. Todas las tardes se sentaba allí a coser. Por suerte, el hundimiento ocurrió de madrugada. Que la palabra milagro fuera ayer en Dénia de boca en boca estaba más que justificado.