Los agricultores de la Marina Alta se «encadenan» a sus almendros. Es un decir. Pero sí se han decidido a plantar batalla a la conselleria de Agricultura. «Queremos que nos escuchen y que dejen de triturar los árboles sanos», proclamó ayer la alcaldesa de Alcalalí, Maribel Molina, de Compromís. En este municipio, se llevó a cabo una de las muchas protestas simultáneas convocadas contra el plan de erradicación aplicado por el Consell para tratar de parar la Xylella fastidiosa, lo que no ha conseguido. Todos los pueblos de la Vall de Pop, así como otros como Benissa, convocaron a sus vecinos y agricultores. En Alcalalí, más de medio centenar de vecinos secundaron la concentración. En municipios pequeños como Castell de Castells, Murla o Benigembla, la respuesta fue extraordinaria. La Marina Alta no quiere que se arranque ni un sólo almendro sano.

Los labradores pedirán ahora amparo al Síndic. Se ha realizado una solicitud tipo. Advierte de que destruir los frutales que están en un radio de 100 metros de uno que ha dado positivo por Xylella genera «indefensión» y es una «discriminación para el mundo rural». Además, se incide en que esa política de erradicación se ha revelado «totalmente ineficiente». Los agricultores apelan al Sindic para que exija al Consell que sustituya ya el plan de erradicación por el de contención.

En Alcalalí, la destrucción de los almendros alcanza dimensión de drama. «Hay toda una generación de agricultores que ahora tienen 80 y 70 años que ha cuidado toda su vida los campos. Arrancar los almendros, triturarlos, supone para ellos un tremendo golpe anímico», advirtió el concejal Joan Elies Andrés.

Acudir al Síndic también tiene otro propósito. Cientos de agricultores enviarán sus quejas individuales. El problema de destruir los almendros se hará visible en la estadística anual de esta institución. El interior de la Marina Alta no se resigna a ver cómo su agricultura desaparece.

Además, la almendra ha permitido poner en pie nuevas estrategias de promoción turística y de futuro económico. Alcalalí triunfa con su «Feslalí», un festival que aprovecha la espectacular floración de los almendros. Pero el plan de erradicación ya ha supuesto sacrificar en el municipio el 25 % de la superficie de este cultivo.