Los chalés de lujo despegan en Xàbia. Es un segmento que no flaqueó ni en lo más crudo de la cruda crisis (al contrario, creció). Pero sí tiene que hacer equilibrios para encontrar suelo. El lujo se confunde en la Marina Alta con el privilegio. Y es un privilegio abrir la ventana o salir a la terraza y divisar un paisaje tan espectacular como, en este caso, el de la cala de la Barraca (o Portitxol) y el Cap Negre.

Pero a lo del despegue. La cosa es literal. El suelo era una carga. Va camino de agotarse en los acantilados, el pedestal «natural» (es una ironía, claro) del urbanismo de lujo. No quedan parcelas llanas. En las que tienen fuerte pendiente, antes se levantaban grandes muros para ganar unos metros de terreno. Ahora ese inconveniente de tener bajo el chalé tierra firme se ha superado.

En la cala de la Barraca, uno de los tramos del litoral donde ahora mismo la actividad urbanística es más intensa, se está construyendo un chalé en el aire, despegado del suelo.

El arquitecto ha diseñado un gran voladizo que conquista espacio donde no lo hay. En un cortado de piedra en forma de «U», que hace unos años era inviable para construir, ya toma forma un chalé que abre una dimensión desconocida, la del urbanismo colgado. La construcción se libera del suelo.

El chalé está encajado en la pared de piedra. La estructura de hormigón dibuja una curva en la que ya se intuye que irán grandes ventanales abiertos al mar.

El litoral de la Barraca es ahora mismo uno de los puntos calientes del negocio urbanístico en Xàbia. También se está construyendo en otros tramos consagrados desde siempre al lujo, los de la Corona y la cuesta de San Antonio (urbanizaciones que están en la ladera del cabo de Sant Antoni). Las últimas parcelas se venden a precio de oro. Las promotoras también compran viejos chalés para demolerlos y levantar viviendas de moderno diseño. Ese segmento de los chalés de lujo parece no tener techo.