Un «MOS» (bocado) que entra por los ojos. El Museu Obert de Senija (MOS) atrae este verano a numerosos visitantes. Recorren las calles de este pequeño municipio en busca de los magníficos murales. Paredes antes anodinas han cobrado vida con el arte. Licenciados en Bellas Artes le plantearon hace un par de años a la concejala de Cultura, Pepa Argudo, realizar un certamen de arte a lo grande. Querían llenar el pueblo de murales. Ya se han realizado dos ediciones de este concurso y Senija se ha convertido, efectivamente, en una enorme sala de arte. El pueblo invita a estas experiencias creativas. Mantiene la esencia de calles estrechas y casas tradicionales. Y, de repente, aparecen los preciosos murales. Los hay que se inspiran en las tradiciones y en los vecinos y otros son más naif y de vivos colores. Una maravilla. Un bocado de arte que hay que saborear.