Maravillosa coincidencia. Resuenan a lo lejos los ecos del castillo de fuegos artificiales de las fiestas de Gata de Gorgos y, en Xàbia, en una plaza aborrotada con más de 2.000 personas, la bailaora y coreógrafa Sara Baras taconea. A veces es un tamborileo suave. A veces, un desatado retronar. "Sombras", que así se llama su espectáculo, tiene la fuerza de la pirotecnia. Pirotecnia con alma. Con duende y hondura. No hay ni atisbo de sombra. Sara Baras le saca chispas al tablao. Baile arrebatado. Flamenco atronador. Fuego sin artificio.

La artista gaditada, premio nacional de danza, deslumbra. El público acaba en pie. Se pone farruca, que es algo así como ponerse estupenda. Baila ese palo flamenco, la Farruca, que ella recuperó para las mujeres. Convierte el escenario en una zambra. Su cuerpo de baile y su compañia, que domina todos los registros del flamenco, son un gozo. Baras también homenajea a Lorca, Leonard Cohen y Enrique Morente. Coreografía el "pequeño vals vienes". Y da vida a los versos del "vals de quebrada cintura" y la "danza que sueña la tortuga".

La bailaora es una "mascletà" con alma flamenca. Ha protagonizado el acontecimiento cultural del verano en la Marina Alta. Pasó como un huracán en una noche de canícula y de fiebre flamenca.