La percepción de los bañistas respecto a los arribazones de posidonia oceánica ha cambiado totalmente en los últimos años. Antes llegaban a las playas y, si en la orilla había acopios de hojas muertas de esta planta marina, hacían un gesto de desagrado y criticaban que no se retiraran las «algas». Ahora ya saben que la posidonia no es un alga. Y se han convencido de que su presencia delata riqueza marina y excelente calidad de las aguas.

En la Cala Blanca de Xàbia, una costa de aguas cristalinas, la concienciación de los turistas queda más que contrastada. Basta con observar lo a gusto que están sobre el mullido lecho que forman los arribazones. Plantan sus sombrillas y extienden las toallas y disfrutan de la playa sin que se les claven en la espalda las piedras.

Resulta que la posidonia, incluso después de muerta, es una bendición. Frena la erosión en las playas de arena y los bañistas ya la ven con otros ojos. En calas naturales como ésta, retirar los acopios es complicado e innecesario. A nadie le molestan. Desprenden un fuerte olor a mar. El Mediterráneo es intenso.