Otra noche sin dormir y con los nervios a flor de piel. La música que vomitan los equipos de sonido de los coches y el griterío de los jóvenes que salen de la discoteca y siguen en la calle la fiesta ya desvelan hasta a los vecinos que acostumbran a dormir a pierna suelta. Pero no es lo peor. Los residentes de la urbanización Pou del Moro, que es la más próxima al aparcamiento público que está enfrente de la discoteca Molí y que concentra el botellón en Xàbia, llevan mucho peor que los jóvenes orinen en la vía pública e incluso en las puertas de sus casas. Han convertido en un retrete público los contenedores de basura.

«Mean donde les parece y se cuelan en las terrazas de nuestras casas y en la piscina de la urbanización. Incluso los hemos visto practicando sexo en la calle», denunció ayer una de las vecinas.

Las fotografías y videos realizados por los vecinos no dejan lugar a dudas del descontrol que se vive de madrugada en las calles José de Espronceda y Garcilaso de la Vega. El aparcamiento municipal amanece repleto de la basura del botellón. En las calles adyacentes, los jóvenes se «alivian» (por decirlo fino).

Estos vecinos subrayan que la culpa no es de la discoteca. Han presentado varios escritos en el ayuntamiento pidiendo más vigilancia policial e incluso que se cierre, como ya se hizo en años anteriores, ese aparcamiento en el que se monta el botellón. «Se llegan a juntar entre 200 y 300 personas y con el alboroto que arman es imposible que podamos dormir en toda la noche», aseguró la misma vecina antes citada, que recalcó que durante los meses de julio y agosto sólo tienen respiro y pueden descansar las noches del domingo y el lunes, que es cuando cierra la discoteca.

«En nuestras calles nos encontramos de todo: condones, tampones, tabaco, botellas...», advirtió otro residente. «Aquí viven niños y se asoman a la ventana y lo ven todo. Y te aseguro que no es nada edificante. Xàbia tiene una ordenanza de convivencia ciudadana y aquí la Policía Local podría poner multas todas las noches. Les llamamos y vienen y dan una vuelta. Pero no se está combatiendo el problema que tenemos», explicó, y dijo que los residentes han decidido llamar a partir de ahora al 112 y no directamente a la policía local. «Así va a quedar registrada nuestra llamada».

Los vecinos de esta urbanización incluso hacen guardia por las noches. El que tiene el adosado junto a la piscina se acuesta temprano y a la 1 de la madrugada se despierta y ya no pega ojo. Está pendiente de que nadie salte la puerta del residencial y se cuele para darse un chapuzón.

Desagradables enfrentamientos

Los residentes han vivido desagradables enfrentamientos con estos jóvenes. Una vecina relata que una chica a la que reprendió por orinar en la vía pública le contestó que, «si no limpiaba ni en su casa, no lo iba a hacer allí».

Mientras, otro vecino salió, indignado, detrás del joven que miccionó en la puerta de su casa y, al final, logró que cogiera el cubo con agua y lejía que le ofreció y limpiara el sucio rastro.