Las playas de Xàbia no mienten. El Arenal es de arena. La Grava, de cantos rodados. Los acantilados de blancas margas dan color a la Cala Blanca. Y las humildes barracas de pescadores adornan la primera línea de la Barraca. No hay trampa ni cartón. Pero la dinámica litoral empieza a remover uno de estos topónimos. La grava de la Grava cede terreno a la arena. Es una transformación de la que este diario ya se hizo eco antes del verano. A muchos turistas que regresaron este verano a Xàbia les ha llamado la atención que buena parte de la orilla sea ya de arena. Los bañistas están encantados con una transformación que parece que escapa a esos caprichos efímeros de las corrientes. El arenal da la impresión de estar más que asentado. Ha seguido en estos últimos meses creciendo.

Es evidente que este litoral recibe las aportaciones de grava que arrastran al mar las crecidas del cercano río Gorgos. El río baja con agua de uvas a peras. Y en su lecho ya no se hallan las graveras de antaño. Mientras, el litoral de Xàbia no parece deficitario en arena. La playa del Arenal, la única de arena hasta ahora, se mantiene muy estable.